Salvador García Llanos
Es insólito y por tanto, hay que
destacarlo: que a estas alturas, con todo lo que ha sucedido, los trabajadores
hagan público un comunicado de apoyo a su empresa, causa, cuando menos,
estupor. Algo ha tenido que pasar, circunstancias de muy distinta índole tienen
que concurrir para que esto se haya producido. Nos ha llamado la atención y por
eso nos referimos al asunto, aunque ello significa volver a ocuparnos de la
situación del complejo turístico ‘Costa Martiánez’, popularmente conocido por
el Lago.
Los
trabajadores salen en defensa y promoción de su empresa. Hablan de condiciones
climáticas y de descenso de visitantes, pese a lo cual, aquélla ha mejorado sus
ratios económicos y ha cumplido, no sin esfuerzos, los compromisos con la parte
social. “Esta empresa representa una posibilidad real de encaminar la situación
para dar viabilidad, de una vez, a esta concesión”, dicen en el comunicado en
cuya parte final apelan a los partidos políticos y a las instituciones del
Puerto de la Cruz y de Tenerife para que, en la medida de sus posibilidades,
apoyen a la empresa “y saquen nuestra situación de la arena política para
garantizar nuestros puestos de trabajo”. La guinda: “Al tiempo que se consigue eliminar
las deudas contraídas por la empresa en beneficio de todos los portuenses y, en
particular, de este emblemático recurso turístico del municipio y de la isla”.
Respetando
el criterio de los trabajadores, parece aplicable aquello de los pájaros contra
las escopetas. Los términos de su comunicado, en efecto, son reveladores.
¿Acaso de alguna imposición, acaso de algún temor inducido a perder los puestos
de trabajo? La posición, en tiempos de reforma laboral, de restricciones, de
desmantelamiento del Estado de bienestar y de precariedad en el empleo es,
ciertamente, inaudita. Habría que remontarse a la noche de los tiempos para
encontrar una postura similar. Que soliciten quedar al margen de la arena
política, menospreciando, incluso, a quienes hasta ahora les han defendido, es
llamativo. Benditos trabajadores, tendrá que decir la empresa. Sus sindicatos
-si es que pertenecen a alguno- no sabemos por dónde respirarán.
Pero
bueno, todo esto trae causa de la confusión que desde hace algún tiempo
predomina en el complejo. Desde el mandato anterior, el gobierno local perdió
una excelente oportunidad de propiciar una solución al rechazar una comisión de
investigación de las concesiones administrativas pedida por la oposición. Y lo
que es peor: ¿qué habrá sido de aquel Plan Integral para el complejo aprobado
hace unos meses? ¿Habrán redactado ya el primer folio?
En
serio, defensa y promoción laboral (creemos que coyuntural) al margen: la
situación del complejo, sus servicios interiores, su gestión no puede continuar
por los mismos derroteros. El gobierno local podrá seguir entretenido, si
quiere, en políticas clientelares, en recelos clientelares, en ensoñaciones
privatizadoras y en indiferencias varias; pero tiene que afrontar la realidad
con otro ánimo y con otra iniciativa.
Porque
si las informaciones no son inciertas, el contrato concesional se incumple por
parte de la empresa al no haber abonado en el presente año y en los dos
anteriores el pactado cánon correspondiente. Que lo sepan los trabajadores: eso
significa que el perjuicio es evidente para todos los portuenses, no solo para
ellos. ¿Habrá algún informe técnico sobre tales incumplimientos y sus
consecuencias?
No,
si al final, terminaremos aceptando que este mandato es el del
‘Shangri-La’ (paraíso terrenal) de las
empresas.
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