Javier Lima Estévez. Graduado en
Historia por la ULL
El Pico del Teide representa la imagen
de una realidad admirada desde la presencia de los aborígenes canarios. Durante
los siglos XVI y XVII la imagen del Teide fue bastante difundida en
innumerables grabados de libros de viajes y estudios cartográficos. Por su
parte, durante el siglo XVIII, bajo la estela de la Ilustración, se inició un
interés por la exploración, aproximándose hasta el Archipiélago numerosas
personas de diversos ámbitos del conocimiento. Se trata de un aspecto
ampliamente resaltado en la obra de Nicolás González Lemus El Teide y la aventura astronómica en Canarias. Charles Piazzi Smyth y
el nacimiento de la astronomía isleña. Además, diversos estudios se han desarrollado
durante los últimos años con la finalidad de ofrecer toda una serie de
explicaciones respecto a la utilidad terapéutica y científica que las Cañadas
del Teide han ido ofreciendo para diversas personas.
El siglo XIX sería el momento en el que
asciende, por primera vez, una mujer al Teide. Múltiples razones explican tal
acción, pero, ante todo, el viaje de las ladies
victorianas de clase media y alta a través del mar “significaba para todas
ellas un gesto individual de liberación, de conquista de un espacio social que
hasta entonces no habían disfrutado”, según resaltan Nicolás González Lemus e
Isidoro Sánchez García en la obra El
Teide, de Mito Geográfico a Parque Nacional. En 1815, una dama escocesa
conocida como señora Hammond, sería la primera mujer en ascender al Pico del
Teide. “Esta dama tuvo el valor de dar la vuelta al cráter, de visitar la parte
tan poco frecuentada por los viajeros que se encuentra hacia Chahorra y, aunque
sus zapatos estuviesen hechos jirones y tuviera heridos los pies por la
obsidiana, descendió con nosotros a la notable cueva de hielo que, durante el
verano, suministra esta materia necesaria e indispensable a las ciudades de
Santa Cruz, La Laguna y
La Orotava. Por la tarde, todos descendimos a La Orotava” según recopilan Eustaquio
Villalba Moreno, Francisco La Roche y Agustín de Lys en el libro publicado bajo
el título El Teide, una mirada histórica, coincidiendo su
ascenso con la exploración del geólogo alemán, Lepoldo von Buch, y el botánico
noruego, Cristian Smith. Los pocos
datos que tenemos sobre la viajera escocesa no nos permiten obtener una mayor
aproximación a su biografía, pero si conocemos la presencia de toda una serie
de mujeres que, con posterioridad a la iniciativa de la señora Hammond, han
realizado el ascenso a la cúspide de la montaña más alta de España. En muchas
ocasiones, diversas ladies victorianas
iniciaron tal aventura en compañía de sus esposos, tal y como llegaría a
suceder con Jessica Duncan (lady Piazzi
Smyth), Isabel Arudell (lady Burton),
la baronesa lady Anna Brassey, Olivia
Stone y, por supuesto, Marianne North, que visitó la isla sola en 1875, e hizo
una excursión hasta las Cañadas en compañía del residente británico Charle
Smith, según exponen Nicolás González Lemus e Isidoro Sánchez García en la obra
anteriormente mencionada.
En definitiva, han transcurrido
doscientos años de aquella primera experiencia que marcó un punto de inflexión
para la irrupción de las mujeres en expediciones al Teide. Una montaña mágica
que aún continúa asombrando y deleitando con su forma a todos aquellos que
admiran la belleza de un monumento natural único.
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