Juan Antonio Gómez Jerez
Alberto se incorporaba al trabajo
después de varios días de descanso. El hospital en el que trabaja es un centro
sanitario importante dentro de su provincia. Alberto trabaja en una unidad
donde las personas pasan sus últimos días, en la Unidad de Cuidados Paliativos.
La atención a estos pacientes es exquisita ya que se trata de personas con
distintas dolencias terminales y necesitan los mejores cuidados ya que están en
la antesala del viaje definitivo. Subiendo las escaleras que daban a la sala donde trabaja y dirigiéndose a los
vestuarios para cambiarse y ponerse el uniforme blanco de enfermero se encontró
a Hilario, un paciente que estaba ingresado en dicha unidad y que cuando
terminó sus últimos días de trabajo antes de ahora, el paciente se encontraba
en muy mal estado, razón por la que se extrañó al verlo pasear con el pijama
del hospital. Se saludaron afectuosamente.
- ¡Hola Hilario! ¿Qué bien lo encuentro?
- ¡Hola Alberto! ¿te incorporas al trabajo? ¡Qué bien! Yo voy a dar un
paseo y a la cafetería que el doctor me dio permiso para tomar algo.
- Bueno Hilario, lo veo después. Voy a cambiarme y a empezar.
- Gracias Alberto por todo lo que haces, eres una buena persona, estoy
contento de haberte conocido.
- Bueno Don Hilario, ahora charlamos.
Alberto entró en el vestuario, aún eran
las ocho menos veinte de la mañana, se cambió y se dirigió al control de
enfermería donde daban el cambio de turno. Cuando llegó comentó el encuentro
con Don Hilario.
- ¡Chicos! Acabo de encontrarme con Don Hilario en la escalera, saludándome y bastante
mejorado, tanto que el Doctor Fuster le
había dado permiso para pasear, la verdad es que me ha dado mucha alegría.
- ¿Qué dices Alberto? ¿Qué broma es esa?
- ¿Qué broma? Sólo les digo que me
encontré con Don Hilario y me he sorprendido de la mejoría.
- Alberto, Don Hilario falleció ayer por la mañana.
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