Juan Calero Rodriguez
Cualquiera que sufre es un hermano y debemos auxiliarlo: porque un hombre haya nacido en Francia o en Inglaterra, no deja de ser hermano nuestro. Es mentira eso de llamar al español, español y al criollo, criollo; no señor, todos somos hermanos, nuestra verdadera patria es el mundo: ya ve Vd., yo he nacido en África, pues sin embargo si Vd. me necesita soy su hermano: y donde esté el oprimido, como me sea posible, allí estaré a darle mis auxilios… Parece imposible que en el siglo diez y nueve existan todavía en el mundo diferencias de razas en el género humano.
Al
leer este párrafo, nos sorprende que hayan pasado casi dos siglos desde que
naciera el autor de este escrito con tanta actualidad. El poeta, escritor,
dramaturgo y periodista Andrés Avelino de Orihuela Moreno, nació en Las Palmas
de Gran Canaria, en 1818.
Desde
muy joven emigra a Cuba con sus hermanos mayores Agustín y Andrés Avelino,
residiendo buena parte de su vida en La Habana, donde estudió en el Seminario de
San Carlos entre 1834 y 1838, y obtuviera el grado universitario de bachiller
en Leyes, licenciándose posteriormente
en Leyes, en la Universidad de La Habana.
Como
le confesara a su amigo Nicolás Estévanez, mientras éste ocupó su cargo de gobernador civil de Madrid, entre
el 25 de febrero al 11 de junio de 1873, aprendió a escribir en la adolescencia,
mientras trabajaba para su sustento. Llegó a ser editor y colaborador de Jardín Romántico, Revista Hispano Americana, El
Mencey o La Tribuna de los Pueblos.
En 1839 publica Lo que puede la ambición,
drama en un acto. En 1843 fue miembro de la Sociedad Económica de Amigos del
País y editó junto a Teodoro Guerrero el periódico jocoso El Quita Pesares, en 1870, el cual duró poco tiempo.
Avelino
Orihuela Moreno participó de una manera abierta en movimientos aperturistas y
modernizadores. Posiblemente fue el canario que con mas vehemencia luchó contra
la esclavitud, contra la injusticia social y contra el despotismo colonial,
oponiéndose al gobierno colonizador español en la isla. Fue uno de los
organizadores de las Escuelas Dominicales, consideradas por los españoles y
afines a ellos como subversivas. Entre 1842 a 1844 fue desterrado a España a
causa de sus ideas liberales junto a Francisco Orgaz, Bernal y otros; y en
Madrid escribió junto con otros amigos republicanos el libro de poesía Los
proscriptos y encarcelados.
De
regreso a Cuba ejerció como abogado y publica una colección de poesía andaluz y
otra de cuentos andaluces Ecos del Guadalquivir,
en 1864. Ya en 1868 publica sus Perlas
y lágrimas y Memorias de la hija del
Yumurí. Al inicio de la Guerra de los 10 años, en 1868, volvió a Europa. Su
adhesión a la causa republicana, así como su colaboración con Pi y Margall y
Nicolás Estévanez, provocó el exilio a París.
Precisamente
a Estévanez le dedicó el soneto:
Al
buen Republicano
Nicolás Estévanez
Ministro
de la Guerra
14
de Junio de 1873
SONETO
Apenas
de la vida en la alborada,
Despunta
el génio al luminar el día;
Aureola
de prudente valentía
Arde
en tu corazón y en tu mirada.
Plácemes
hoy te ofreceme entusiasmada
Canarias,
nuestra madre; patria mía,
Porque
reboza en tu alma la hidalguía,
Y
eres sostén de libertad soñada.
A
salvar la Nación, ese es el sino
Gloria
imperecedera del talento;
Si
lo alcanzas, presérbate el Destino
En
cada corazón un monumento:
Acuérdate
en el templo de la Gloria
Que
abre ante ti sus páginas la Historia.
En
su obra de ficción destaca una novela de costumbres cubanas El sol de Jesús del Monte (1852) publicada
en París, cuyo mérito principal reside en el entrelazamiento de personajes
reales con los de ficción y es la primera que recoge los sangrientos sucesos
del llamado Año del Cuero. De ella,
entresacamos:
Yo
dejaré a París, renunciaré a sus mil placeres, por satisfacer la ansiedad de mi
espíritu con las nuevas impresiones que me están reservadas, cuando de paso por
el oriente, me pierda en las inmensas ruinas de tantos sepulcros de ciudades y
generaciones ya pasadas.
También
es autor de una antología de Poetas
españoles y americanos del siglo XIX (París 1851-1853); el drama en cinco
actos Amarguras de la vida, estrenada
en Barcelona, en 1848 y las comedias Dieguito
Pata de Anafe (1849) y El jornalero
(1864).
Firmó
además Dos palabras sobre el folleto «La
situación política de Cuba y su remedio», impreso en París en 1852 y
reeditado ese mismo año en Nueva York, como respuesta al panfleto del cubano
José Antonio Saco, en 1851, donde Saco arremete contra la opción anexionista y
apuesta por la fidelidad al gobierno español, mientras Orihuela se define como
abolicionista, anticolonial y anexionista.
Así
como somos firmes partidarios de la emancipación de Cuba, anexionistas en su
caso, y enemigos de las actuales instituciones que tiranizan la grande Antilla,
lo son el mayor número de los Cubanos, y la mayor parte de los hijos de
Canarias que la pueblan; y que muchos, arrostrando por toda clase de peligros,
tiene el heroísmo de repetirlo dentro de la misma isla de Cuba.
En
España escribió artículos sobre Cuba en la Revista Hispano-Americana y en el Semanario Pintoresco Español colaboró
en cuatro ocasiones: los cuadros de costumbres en verso Costumbres andaluzas. Los dos marineros (1842) y Un baile de candil (1847), el cuadro
fisiológico Bocetos parisienses y el
cuento histórico La pena del talión.
De
él dejó constancia Estévanez: Conmigo no
cometió ninguna extravagancia mientras estuvo en mi secretaría particular; al
contrario, me dejó el recuerdo de una
excelente persona.
Falleció
en Madrid en 1887.
Al
Teide
Inmensa
es la ambición que hoy se apodera
De
mi entusiasta corazón artista
Por
verme con tu nevada cabellera
Y
en tu solio eminente alzar la vista,
Tendida
por doquier, desde esa esfera
Al
hombre contemplar; que, como arista
Vaga
en la creación; y en el espacio
Decir
al hombre: el Teyde es mi palacio
Por
tradición conozco la opulencia
Rey
de los mares cuya enorme planta
Denso
guarda el abismo; tu existencia
Cendal
de nubes cúbrela que encanta;
Gózase
en torno tuyo para esencia,
Que
al nacer de la aurora se levanta;
¡Oh!
al trepar a tu cumbre calla el labio
Pues
solo es dado visitarla al sabio.
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