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sábado, 19 de diciembre de 2015

DEL GRAN HOTEL BOTÁNICO, AL PALACIO IMPERIAL DE HOFBURG


UN MUNDO DE MOTIVACIONES

Antonio-Pedro Tejera Reyes

Las tradiciones en la fiestas navideñas y de fin de año-año nuevo, un marco de incentivos para el desarrollo del turismo que debe saber aprovecharse debidamente.



Fin de Año en el gran Hotel Botánico, Puerto de la Cruz, Tenerife, Islas Canarias. El autor de esta 
crónica (i) junto a Christopher Kiessling, vicepresidente del grupo empresarial propietarios del 
hotel, del Loro Parque, del Siam Park y promotores del parque acuatico en construcción, en 
Gran Canaria, Poema del Mar, uno de los mayores del mundo..

El movimiento viajero en las fiestas navideñas y de fin de año-año nuevo, lo estamos presenciando con  un espectacular avance cada año que pasa. El viaje se ha hecho ya tradicional para estas fechas, y los más remotos destinos turísticos del mundo compiten en sus ofertas para atraer a un contingente de turistas que sueñan con los más sofisticados lugares para pasar estas señaladas fiestas.


En todos los lugares se buscan los incentivos necesarios para atraer un turismo sediento de emociones, que busca evadirse de la vida cotidiana para solazarse en unos breves días entre las diversiones sociales y la gastronomía, como un atractivo generalizado de un  amplio poder.




Así, vemos los reclamos publicitarios que anuncian, cenas, banquetes, bailes espectaculares, todo ello unido con brillantes espectáculos, sin que en estas generosas ofertas falten hasta los cruceros marítimos, aún en lugares en que la climatología no parece la adecuada para estas celebraciones. Así, la nieve y el frío participan de lleno en unos programas que son aceptados por millones de turistas que se desplazan de un lado a otro del mundo, cargados de sus ilusiones y esperanzas de un encuentro con un ambiente propicio para hacerles olvidar su vida cotidiana, sacándoles del marasmo de una vida metódica en la que las emociones y las singularidades son una carencia.

Las grandes ciudades son puntos de gran atracción, y sus lujosas joyas alojativas y sus sociedades de recreo son lugares apetecibles donde se pueden disfrutar de los más excelentes programas.

LA GASTRONOMIA A ESCENA
Ahí, en ese escenario donde la motivación puede ser desde la langosta a la termidor, el pavo relleno, o la humilde hallaca, está uno de los mejores secretos para una seria promoción que llena el ambiente publicitario de un lado a otro del mundo, con ofertas y menús que buscan los clientes haciendo alarde de variados recursos, como pueden ser el origen y la calidad de sus géneros, los precios, el servicio, e inclusive el chef que preparará el banquete ofertado.


No faltan ahí, las novedades – llamémoslas exóticas – como el caso del “pisco navideño” que ahora vemos ofertado desde Perú. Todo un dechado de imaginación, donde el acompañamiento puede estar centrado en un buen programa de atracciones con un personaje de moda, un famoso mago, la presencia de un reputado artista, o la subasta o sorteo de algún preciado objeto de lujo que puede llegar incluso hasta un automóvil…Todo es válido a la hora de promocionar una fiesta de fin de año.

El papel de la gastronomía en este panorama es fundamental, y la acreditada cocina de los ofertantes puede ser la base que decida a la hora de escoger el lugar de la celebración.

Las recatadas fiestas navideñas, en el marco de la uno de los lugares turísticos más importantes del mundo, como son las Islas Canarias (más de trece millones de turistas el año 2015) tienen su asenta-miento principal en sus múltiples hoteles, cuyos alojamientos se encuentran al 100% en esas fechas debido a su cercanía a una Europa fría y nublada, frente a una climatología que en las islas anda diariamente rondando los 20 grados centígrados, y con un sol casi continuo.


La variedad de sus menús, su excelente presentación, el tipismo imperante en muchas ocasiones, y la calidad de sus géneros gastronómicos, carnes, pescados, quesos, vinos y licores, hacen las delicias de unos visitantes que se rinden ante este escenario, repitiendo muchos de ellos, su visita cada año.


LAS FIESTAS DE FIN DE AÑO
Con los mejores atuendos y un sentimiento contagioso de alegría, el mundo exterioriza su puesta en escena en estas festividades, donde los hoteles de lujo lucen sus mejores galas, como es el caso del emblemático Gran Hotel Botánico, en la Isla de Tenerife, donde han pasado las más prestigiosas y afamadas figuras mundiales, desde el mítico Mickel Jackson, hasta los Reyes de España, ofreciendo sus excelencias para posicionarse en estas fiestas como un punto especial de destino.   

En ese ir y venir del turismo que comentamos, el disfrute de estas efemérides nos ha llevado a calibrar los valores de los grandes hoteles, hasta el propio Palacio Imperial de Hofburg, en Viena, en sus fiestas de fin de año, lugar al que tenemos el añorado recuerdo de haber colaborado desde el año 1971, en la decoración de sus salones para el Kaiserball, con el envío desde Canarias de 20.000 claveles rojos y blancos, como la bandera de Austria, gracias a la especial colaboración de las autoridades canarias de aquel entonces, que entendieron el punto estratégico que supone esta importante manifestación social como lugar ideal para promocionar un turismo de calidad.

Hace unos pocos años conmemoramos allí, en ese escenario del Palacio Imperial de Viena, los cuarenta años de esta gesta, con una especial invitación, que nos llevó a conocer como alrededor de todo este acontecimiento del Kaiserball, se ha desarrollado un imponente programa turístico  revalorizando toda la historia de la nación, en una generosa oferta cargada de un simbolismo que hace enmudecer a los visi-tantes ante el Museo de Sissi, sus lujosos palacios, sus míticas calles, restaurantes y tabernas donde asistían los más célebres de sus músicos y hombres de letras… todo ello cargado con el fondo musical de los valses de los Strauss… Una maravilla para embelesarse…

América tendría mucho que decir a todo esto, y su aprovechamiento para una promoción turística. Propusimos públicamente una celebración acorde con la época colonial, en el Gran Hotel Bolívar, de Lima. Creemos sería un atractivo de alto poder para la ciudad, institucionalizar algo similar al Kaiserball. El marco está ahí. La historia lo reconoce. Habría que impulsar los medios necesarios para una acción que sería totalmente rentable. Un baile de época puede ser un atractivo muy singular...

El mundo de la ilusión no descansa y el turismo busca las singularidades… Algo inigualable…

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