Evaristo Fuentes Melián
En la larga experiencia vital que tiene un servidor sobre sucesos de diversa índole, a lo largo de los años, hay algunos dignos de mención.
Veamos dos botones de muestra heterogéneos:
1.- Quería referirme al partido de futbol
final de la Copa de Europa del año 1985,
en el estadio Heyssel de Bruselas, entre
la Juventus de Turín y el Liverpool. Terminó como el rosario de la aurora, pero
al revés, nada de rezos, más bien insultos, cuando los hinchas ingleses, los
forofos ‘hooligans’, asaltaron en masa
la grada ocupada por el enemigo (ostis, en latín) y la emprendieron a golpes en
una lucha tan poco amorosa como muy desaforada.
Resumiendo: Murieron violentamente cuarenta aficionados al deporte rey, el del balón redondo, llamado también por los magos de mi barrio, ‘furgo’.
2.- Quiero recordar, para terminar estas mal pergeñadas líneas (no confundir con preñadas…), con un fatal accidente mental que sufrí siendo un niño de siete añitos de edad. Me llevaron al cine Atlante de la localidad (único entonces en La Orotava, demolido física y subrepticiamente decenas de años más tarde…) a ver la película titulada ‘El Fantasma de la Ópera’. Hay varias versiones, pero en ésta me quedé ‘acoxxxonado’. Tenía pesadillas con la secuencia en la que el fantasma enmascarado da un salto y se cuelga de la araña de lámparas del centro del techo del patio de butacas, hasta que cae sobre los espectadores. Estuve sin dormir cómodamente varias semanas. Lo juro.
Espectador
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