Evaristo
Fuentes Melián
Cada vez que lo veo fotografiado en la
Prensa insular, estoy más convencido de que Fernando Clavijo, presidente del
Gobierno de Canarias, es un cóctel con ingredientes de una pizca de despiste,
otra porción de somnolencia y una cantidad considerable de apatía.
Me ahorro más adjetivos negativos.
Solamente voy a transcribir los comentarios
de dos periodistas de plantilla, nada sospechosos de actividades
subversivas, ni contrarias a las directrices del Sistema.
Veamos una, la de Jorge Bethencourt (EL DÍA,
20.2.19, página 29)
“…salió a la
tribuna (Fernando Clavijo) para leer, léase asesinar, todo el documento (…)
todo el mundo habló sin escuchar a nadie (…) La Institución ha decidido
transformarse en un onanismo político a
mayor gloria del espectáculo. (…) El mitin de ayer (martes 19 F) podría haber
sido perfectamente una discusión de barra de bar”…
Por su parte, en la última página de El
Día (20.2.19), Francisco Pomares le dedica estos piropos a Clavijo:
“…quien espere
dosis de oratoria en Clavijo lo lleva crudo (…) en la tribuna es un político raso,
monocorde, de los que cubren el expediente sin muchas ganas (…) desea terminar
para irse a su despacho. (…) Se aburre como una ostra en el Parlamento y se le
nota”.
En fin, Clavijo procede de una familia
burguesa consolidada, niño que creció entre las olas alborotadas norteñas
bajamareras, y que desde entonces quedó desorientado, ‘cabizmundo y meditabajo’
por toda una eternidad. Amén.
Espectador
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