Lorenzo de Ara
El individuo
que puede perder el poder el 28 de abril es el que tan bien describe Jesús
Lillo: “A quien llegó a utilizar a sus propias hijas para generar compasión no
se le puede pedir asepsia institucional”.
La
criminalización de las derechas democráticas en España se convierte a partir de
ahora en la mejor arma de las izquierdas todoterreno.
Esas
izquierdas que pueden salir a la calle y quemar contenedores, romper el
mobiliario urbano, realizar escraches y gritar facha al que no esté bajo su
cuerda. Bajo su mando.
De esas
izquierdas hablo, o escribo, dando lecciones siempre de superioridad moral,
demócratas cien por cien denominaciones de origen.
O la cheka o
el gulag.
El 28 de abril
España se juega muchas cosas. La democracia también está en juego. Europa sabe
y tiene constancia de lo que significa la expansión de los populismos. De
izquierdas y de derechas.
En España
padecemos algo que no se experimenta en otros grandes países de Europa.
Un partido
hasta ayer constitucionalista y vertebrador, ha pasado a ser un elemento más
del selvático escenario por donde serpentean los enemigos de la democracia
representativa. El PSoe es un depredador más del orden constitucional.
La obcecación
por colocar a los independentistas y a Podemos como los únicos hostiles y
contrarios a la justicia y la libertad es un error de bulto que practica la
derecha de Casado y la derechita multicolor (o naranja para nenazas) de
Ciudadanos.
Es el PSoe el
que aspira a una democracia de hipérboles insultantes que saque lo peor que
llevan dentro los ciudadanos. Pero los ciudadanos, aquí sí, serán los que no
caerán en las redes de la izquierda tramposa, golpista (si es aliada de
golpistas, ella lo es también) y violenta (porque violentar leyes de la mano de
lycaones es ser violenta en cuerpo y en el alma).
Así lo espero,
aunque tengo muchas dudas.
Pero Sánchez
es resistente. Irene Lozano escribe lo suficientemente bien para convertirse en
la mano derecha (¿mueve la cuna?) de un hombre cortito hasta para sacudírsela
en la intimidad. Y, sin embargo, su inutilidad variopinta y despreciativa, no
implica que el PP dé por ganadas unas elecciones que pueden ser la tumba de
Sánchez, evidente, peor también la resurrección definitiva de un fatuo.
Por tanto, si
Sánchez gana y suma el 28 de abril, Pablo Casado deberá pedir el número de
teléfono de Consuelo Ordoñez: “No utilice a las víctimas del terrorismo”, dijo
ésta.
Nos jugamos
tanto en abril, que el 26 de mayo las elecciones podrían celebrarse en un
camposanto constitucional, sobre todo si la victoria al final se decanta a
favor de los golpistas y violentos.
Será el pueblo
(¿vulgo?) el que tenga en sus manos, en sus tripas, la decisión de mantener
vivo a Fernando VII, perdón Pedro Sánchez.
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