Decía el ex
primer ministro conservador del Reino Unido y premio Nobel de Literatura Sir
Winston Churchill, a la sazón ilustre visitante en su día del Puerto de la
Cruz, que “el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren
ser útiles, sino importantes”, lo que es perfectamente aplicable a nuestros
días, sobre todo a quien ocupa en funciones el cargo de presidente del Gobierno
de España, esto es, Pedro Sánchez, a quien sólo le ha faltado decir, tanto en
su “mitin institucional” para convocar elecciones como en sus memorias (su
recientemente publicado libro) que “además, soy guapo”. Nunca se había conocido
en la historia reciente de nuestro país a alguien tan enamorado de sí mismo, y
del que solamente se puede encontrar dos explicaciones posibles haciendo una
reflexión sobre su comportamiento mediático. La primera es que se trata de una
persona narcisista que se cree lo que dice de sí mismo, y que alardeando de sus
presuntas virtudes ya incurriría en un defecto: la falta de modestia. Una falta
de modestia que nos haría pensar lo vacías que suelen estar aquellos que están
llenos de sí mismos. Al ahora candidato a la presidencia de España, Pedro
Sánchez, parece que se olvidaron de contarle aquella historia en la que un
padre le decía a su hijo que permaneciera en silencio y que le dijera qué oía.
El niño le respondió que una carreta, corrigiéndole el padre que se trataba de
una carreta vacía. El niño, extrañado, le preguntó nuevamente a su progenitor
que cómo sabía que la carreta estaba vacía. A lo que el padre, sereno y
tranquilo, le respondió: cuanto más vacía va, mayor es el ruido que hace. La
segunda posibilidad es que el también secretario general del partido socialista
en nuestro país realice un ejercicio de cinismo sin parangón, mintiendo de una
forma absolutamente descarada, impúdica y deshonesta que merecería la mayor
desaprobación posible. Y es que solamente así se explicaría que no haya sido
capaz de reconocer que ha practicado una política de enchufismos, probablemente
para acallar críticas internas de su partido, con la que ha colocado a la mitad
de la ejecutiva del PSOE en empresas públicas como, por ejemplo, Correos,
Paradores de España, Red Eléctrica, sin olvidarnos del Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS), que han acabado en manos de sus aduladores
y que, a su vez, estos han acabado con el prestigio de esas instituciones, como
sucedió, entre muchos ejemplos, con el b o c h o r n o s o n o m b r a m i e n
t o d e R o s a M a r í a M a t e o c o m o administradora provisional de RTVE
y que ha hecho de la televisión pública un verdadero esperpento. Sin olvidarnos
tampoco de su esposa, Begoña Gómez, “fichada” por el Instituto Empresa de forma
prácticamente inmediata a la entrada de su marido en el Palacio de la Moncloa,
y que resucitó la vieja imagen del partido socialista convertido en una agencia
de colocación de amigos en cargos de responsabilidad, y que utiliza los medios
públicos para sus asuntos personales como, por ejemplo, ir en helicóptero o el
Falcón oficial a conciertos, bodas y demás. La cuestión al respecto es que,
como diría un conocido cantautor guatemalteco, el problema no es que mienta, el
problema es que hay quien le cree. Este político ávido de protagonismo, y no de
ser útil, no ha dudado en publicar a sus cuarenta y pocos años un libro “Manuel
de resistencia” que pretende ser como “sus memorias”, y que pone de manifiesto
que seguramente no se conoce bien a sí mismo pues, si lo hiciera, debiera ser
más modesto. De esa forma, si no tratara de hacerse pasar por el intelectual
que no es, no cometería los errores de confundir a San Juan de la Cruz con Fray
Luis de León (lo que podría entenderse normal como consecuencia de su público y
militante ateísmo) o a Albert Einstein con Ernest Hemingway. Errores que harían
sonrojar a cualquiera que ocupe el cargo que ocupa y que nos recuerdan a algún
que otro político socialista local, que se quiere tanto que no es capaz de
ruborizarse con los errores que comete. Después que perdiera dos elecciones
generales con los peores resultados del PSOE en la historia de nuestra
democracia, y tuviera que regresar al paro, la suerte le sonrío y todo ello no
porque fuera apoyado por comunistas, separatistas y filo etarras, sino porque
creerá que es el mejor en todo, y, así, para hacer creer que es cercano, nos
cuenta que su primera decisión como presidente del Gobierno fue cambiar el
colchón. En fin, Modesto, baja … que sube Pedro Sánchez.
Pedro A.
González.
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