Graciliana Montelongo Amador
A veces nos encontramos con
personas o situaciones que te hacen reflexionar. En estos días retomé la
lectura de un libro que lleva por título: Vuelva usted mañana. En él se recogen
una serie de artículos periodísticos ocurridos a principios del siglo XIX y su
autor es Mariano José de Larra. Relata con un toque humorístico (innovador en
aquella época) problemas tan candentes como los que estamos
atravesando ahora. Gracias a su extraordinaria labor que firmaba bajo el
seudónimo, Fígaro, podemos leer lo que le pasó a un inversor francés que viajó a
España para cobrar unas deudas e invertir su capital en Madrid. Traía cartas de
recomendación donde le aconsejaban que buscara a Larra para que lo acompañara
en esa tarea. El inversor pensaba resolver todo en quince días, pero se
encontró de frente con la burocracia, acompañada de la pereza. Quince días se convirtieron
en quince meses… A pesar de que han
pasado casi 160 años desde que se publicó este artículo nos damos cuenta de lo
poco que han cambiado las cosas. ¿Cuántas
veces nos hemos encontrado con esta realidad? Aquí en Canarias se han perdido y
se pierden oportunidades de inversores privados, o de subvenciones concedidas
por Europa, para mejorar el campo u otras áreas por culpa de esa burocracia (por
llamarlo de alguna manera) O a nivel personal
cuando tenemos que arreglar alguna situación que tiene que ver con la
administración y tropezamos con el personaje de turno que está al otro lado de
la ventanilla o sentado en una oficina. Un ser que parece disfrutar cuando te entrega
papeles y más papeles (casi imposibles de rellenar sin la presencia de un
abogado…) pero que se molesta cuando le preguntas. Gente sin calidad humana,
sin la preparación necesaria para la atención al público. Con sus acciones nos
faltan al respeto. En este momento, candente, en el que estamos
escribiendo lo que ocurre en el mundo y donde los valores cambian según
convenga. En este momento candente que vivimos aquí en Canarias ante las
próximas elecciones autonómicas, donde de nuevo, hacen promesas muchas de las
cuales no van a cumplir. Retomando la mentira de una mejor sanidad, mejor
educación, mejores carreteras y la creación de más puestos de trabajo. Vivimos
un continuo maltrato a nuestro intelecto, por causa de una continua denegación
de nuestros derechos. No queremos esperar otro siglo para mejorar.
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