Graduado en Historia por la ULL.
Afirmaba
el investigador don Guillermo Camacho Pérez Galdós (1898-1995) en su artículo “El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en
Gran Canaria (1510-1535)” que la llegada a Canarias del azúcar se
produjo a partir de la iniciativa del conquistador Pedro de Vera cuando éste se
encontraba en Gran Canaria, siendo traída desde Madeira, extendiéndose su
cultivo por otros lugares de las islas de Tenerife y La Palma. La caña se fue
cultivando en aquellos lugares que disponían de una abundante cantidad de agua,
siendo un cultivo común tras el posterior reparto de datas de tierra y agua,
tras la finalización de la conquista. El azúcar sería tratado en los ingenios,
espacios donde se procedía a triturar la caña y obtener el azúcar, utilizando,
generalmente como mano de obra, esclavos, mientras que el control de la
producción de caña de azúcar sería supervisada a través de los diversos especialistas
portugueses que llegaron hasta el Archipiélago, siendo de notable importancia
la obra del mercader inglés Thomas Nichols, en la que se puede observar una
descripción sobre los ingenios en el siglo XVI. Una información que podemos
consultar a partir de la investigación publicada por el investigador Alejandro
Cioranescu bajo el título “Thomas Nichols, mercader de azúcar, hispanista y
hereje”.
En ese
sentido, la localidad tinerfeña de La Orotava tuvo un papel importante en torno
a ese dulce producto, pues se construyeron tres ingenios azucareros: el de Lope
Fernández de la Guerra, vendido luego al duque de Medinasidonia; el de Tomás
Justiniani, así como el de Bartolomé Benítez de Lugo, destacando éste último
por tratarse del primer ingenio levantado en la isla, tal y como apunta la
profesora de Historia Medieval de la ULPGC Benedicta Rivero Suárez en su obra
“El azúcar en Tenerife: 1496-1550”, señalando la investigadora que el propio
Bartolomé se asoció a Lope Fernández, quien fuera un destacado personaje de la
conquista de Tenerife, pasando luego el ingenio al mercader genovés Doménigo
Riço por un periodo de arrendamiento de seis años, tras el cual la hacienda de
Bartolomé Benítez es dividida por los herederos, siendo transmitida a sus
hijos.
Expone también
la profesora universitaria que en 1506 Lope Fernández lograría obtener un
ingenio a través de una transacción realizada con Bartolomé Benítez de Lugo, y,
durante ese mismo año, Tomás Justiniani lograría el otro ingenio a partir de
las tierras entregadas al mismo tras el reparto posterior a la conquista.
El
investigador orotavense Antonio Luque Hernández resalta en su obra “La Orotava,
Corazón de Tenerife”, la importancia que la exportación del azúcar llegaría a alcanzar
en el Valle de la Orotava, pues se trataba de un producto que era exportado a
diversos mercados europeos “en torno a un cultivo para el cual se habían
destinado grandes extensiones de tierras útiles” de la localidad, y cuyas dificultades relacionadas con el
transporte y la competencia de otros lugares daría fin a ese ciclo económico y
obligaría a buscar un nuevo cultivo de exportación: la vid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario