Javier Lima Estévez
Graduado en Historia por la ULL
Durante el Antiguo Régimen, la
burguesía agraria vendría a estar representada por un grupo social cuyo ascenso
“está vinculado a toda una pléyade de dedicaciones socio-profesionales y
actividades económicas”, tal y como manifestaran los profesores de la ULL,
Adolfo Arbelo García y Manuel Hernández González en la obra El Antiguo régimen, siglos XVII y XVIII,
diferenciando, en ese sentido, dos grupos: los Hombres de Leyes y aquellos que
percibían rentas, representando éstos últimos el grupo mayoritario dentro de la
burguesía agraria canaria.
Sin lugar a dudas, Los Realejos no
escapa a esa realidad y al respecto destacarían toda una serie de individuos
pertenecientes al conjunto de los labradores que, tras la desintegración del
concejo, pasarían a formar parte del grupo social dirigente, siendo pequeños y
medianos propietarios, así como arrendadores de diezmos, grandes arrendatarios
o administradores de las grandes propiedades nobiliarias o eclesiásticas. Un
hecho que hemos extraído a partir de la investigación realizada por la profesora
universitaria María Teresa Noreña Salto en su capítulo sobre el poder municipal
realejero expuesto en el libro Los
Realejos. Una síntesis histórica. El
panorama de los Realejos durante el Antiguo Régimen pasaría a estar dominado
por diversos miembros de la burguesía agraria, siendo el caso de Francisco
Pérez Sanabria, Antonio Sanabria, Tomás Estévez, José Pérez de Chaves, Pablo
Díaz de la Guardia, Gregorio Espínola, Martín González Castillo, Félix y Julián
Pérez Barrios, entre muchos otros. Un aspecto ampliamente estudiado por el
profesor universitario Adolfo Arbelo García tanto en su memoria de licenciatura
como posteriormente en su tesis doctoral, y, posteriormente a través de
diferentes publicaciones en las que ha procedido a exponer diversos datos
relacionados con la participación de toda una serie de individuos que actuaban como representantes
del lugar. En la obra de tal investigador La
burguesía agraria del valle de La Orotava (1750-1823), se resalta el
carácter que los miembros de la burguesía agraria realejera fueron adquiriendo,
logrando monopolizar la vida municipal local, ante la carencia de grandes
propietarios agrarios. Especialmente llamativa sería la familia Pérez Barrios, siendo
uno de sus miembros más representativos Félix Pérez Barrios, quien fuera hijo
de Cristóbal Pérez Pages Barrios y de Rafaela Barroso de la Guardia, abogado de
los Reales Consejos y miembro de la Junta Suprema de Canarias. En torno a ese
grupo, sería un elemento característico la endogamia y la consanguinidad “como
vía para garantizar la reproducción social”, tal y como reflejara Adolfo Arbelo
García a través del análisis de la figura de Mateo Pérez Chaves, vecino del
Realejo Bajo, quien favoreció a su hija en el testamento con la finalidad de
que esta “se casara con alguien de su misma condición social, en caso de no
seguir las pautas de dirigismo familiar quedaría desposeída de toda mejora”.
Otro ejemplo representativo de la
burguesía agraria realejera sería José Pérez Chaves, hijo de Antonio Abreu
Chaves y de Ana Barroso de la Guardia, siendo gobernador de armas de Los
Realejos. A ese hecho se une el nombre de la familia Grijalva. Especialmente
significativo sería el legado de Miguel Grijalva, cuyos bienes serían
repartidos entre los hijos que llegó a tener a lo largo de sus dos matrimonios.
Miguel Grijalva contaría con diversas posesiones y acabaría recibiendo toda una
serie de tratamientos suntuarios tras su fallecimiento, atendiendo a su categoría,
tal y como expone el propio Adolfo Arbelo García cuando señala la petición de
500 misas formuladas en el testamento de Miguel Grijalva por su alma.
En definitiva, hemos expuesto toda una
serie de casos que nos permiten observar y atender al impacto de la burguesía
agraria realejera durante el Antiguo Régimen. Un hecho de enorme relevancia
sobre el que aún nos queda mucho por conocer.
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