José Melchor Hernández Castilla
Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra Virtud, en su séptima definición
significa “acción virtuosa o recto modo de proceder”; por otro lado, el vocablo
Mediocridad según la misma academia se refiere a “cualidad del mediocre”, y el
término Mediocre, en su primera definición, lo acota a “de calidad media”.
El municipio de los Realejos está constituido de la fusión,
el 13 de febrero de 1955, del Realejo de Arriba (Realejo Alto) del Realejo de
Abajo (Realejo Bajo).
El realejero Joseph de Viera y Clavijo (1731-1831), el cual
se llamaba realmente “José Antonio del Álamo Clavijo”, hijo del escribano
Gabriel del Álamo Viera (alcalde real del Realejo de Arriba entre 1731 y 1732)
y Antonia María Clavijo Álvarez (tía de José Clavijo y Fajardo), nació en el 28
de diciembre de 1731, en una casa modesta del Realejo de Arriba, que aún se
conserva; y fue bendecido por su tío, el presbítero, Domingo del Álamo y Viera,
el 5 de enero de 1732 en la iglesia de Santiago del Realejo de Arriba, siendo
bautizado por el presbítero y su padrino Lucas Fernández de Chaves (Blanco
Montesdeoca, Joaquín, 14-2-2013, sobre
José de Viera y Clavijo. Noticias de la Historia General de las Islas Canarias.
Goya Ediciones, 1950. Boletín Digital sobre el Acervo Histórico y Patrimonial
de la Villa de Los Realejos: Los Realejos a través del tiempo).
En la edición de 1950, de Elías Serra Ráfols, “Noticias de
la Historia General de las Islas Canarias, 1772-1773”, Goya ediciones, Página
774; José Viera y Clavijo habla de los dos municipios “Realejo Alto” y “Realejo
Bajo”, a finales del siglo XVIII:
“REALEJO DE ABAJO. Dista una legua de La Orotava y 6 de La
Laguna. Tiene buenas casas arruadas en calles muy pendientes. Temperie sana,
cielo puro, aguas abundantes y buenas, grandes viñas, haciendas, sitios y pagos
deliciosos. Hacia Poniente, el alto cerro de Tigayga, con ermita al pie, y en
la eminencia la llanura alegre de Icod el Alto. Al Mediodía, la famosa hacienda
del Adelantado, llamada de los Príncipes. Al Oriente, la de la Gorvorana del
marquesado de la Breña, y el jardín de Zamora. Al Norte, la Rambla, el Burgao,
etc., todos terrenos amenísimos. Tiene una hermosa iglesia parroquial de 3
naves, con dos curas beneficiados provisión del rey; un convento de padres
agustinos y otro de monjas recoletas de la misma orden; (...); 5 ermitas.
Compónese la feligresía de 2.151 personas, de ellas algunas en los pagos de
Icod el Alto, Tigayga, la Azadilla, Hoya y La Rambla.
REALEJO DE ARRIBA. Dista un corto paseo del otro. Es lugar
también de buen temple, excelentes aguas, huertas, viñas, frutales y arboledas.
Tiene muchas casas arruadas en calles. Su iglesia de 3 naves es de las primeras
parroquias de Tenerife. Está dedicada a Santiago y se erigió en el sitio donde
los conquistadores tenían su real. De aquí el nombre que tiene el pueblo.
Sírvenla dos curas beneficiados provisión del rey y algunos sacerdotes. Hay un
convento de franciscos recoletos como de 20 frailes, y 5 ermitas. El vecindario
es de 2.441 personas, de ellas algunas en los pagos de San Agustín, Cruz Santa,
Rosas, El Mocan, etc. Ambos Realejos están dentro del referido Valle de Taoro”.
El fuego ha formado y forma parte del municipio de Los
Realejos en sus distintas variantes… El fuego que purifica; y el fuego que
destruye.
El fuego que purifica… El de de las vísperas de San Juan
Bautista… “Si por casualidad un
extranjero llegase en el transcurso de una de estas frecuentes fiestas, se
imaginaría que había llegado a uno de los lugares más divertidos de la tierra.
Una es el 23 de junio. Es el día de San Juan y anualmente todos los habitantes
se reúnen para honrar al Bautista… Todo el campo aparece sembrado de alegres
luces que se reflejan en la oscura bóveda celestial. Algunas personas llevan
antorchas encendidas, y por todas partes surgen casi al unísono, las llamaradas
de muchas hogueras que señalan la morada de las personas que llevan el mismo
nombre del santo. No se puede imaginar una vista tan hermosa e interesante en
una noche tan oscura como ésta. Las hogueras se encuentran a diferente
distancia del espectador: la más cercana, con un vivo resplandor rojizo,
mientras que la más lejana, como el parpadeo de una luciérnaga en la hierba,
comienza a extinguirse. Todo puede observarse hasta que la llama, poco a poco,
se va apagando. La leña se quema y la sombra de la noche vuelve a ennegrecer la
escena. La gente se retira luego a sus hogares, pero no precisamente a
descansar, porque les espera una noche de labor. Pasar gran parte de la misma
confeccionando los ramos y las flores con los que harán arcos y otros adornos
para colgar en las puertas de los habitantes donde duerma un Juan, una Juana o
cualquier Juanita. La confección de estos modelos florales y su misma
distribución en diferentes lugares de la casa producen un elegante efecto.
También se ve todo tipo de regalos, como frutas y pasteles, y, a veces,
pichones y conejos vivos atados; les acompañan unos versos en honor de los
mencionados Juanes, Juanas y Juanitas (Murray, Elisabeth Heaphy, 1859.
“Recuerdos en Tenerife”. Capítulo VIII. Adivinación en la Víspera de San Juan.
Página 153).
El fuego que destruye… El de los Conventos de Los Realejos…
(Lima Estévez, Javier, 2017. “Cuarenta años de la Publicación del libro Los
Conventos del Realejo, de José Siverio Pérez”. Cartas diferentes. Revista
Canaria de Patrimonio Documental. Páginas 451-454):
El Convento de Santa Lucía de francisca¬nos recoletos
inició su andadura entre 1612-1615. En dicho espacio, se veneraba las imágenes
de Nuestra Señora de los Afligidos, el Señor del Huerto y el Nazareno con la
Cruz a Cuestas. El inmueble se incendia en 1865; su espacio es ocupado
actualmente por el Cementerio de San Francisco del Realejo Bajo.
El Convento de San Juan Bautista de agustinos descalzos fue
fundado a inicios del siglo XVII y conocido como Convento de San Agustín. La
zona era conocida como llano de San Sebastián (Siverio Pérez, José, 1977. Los
Conventos del Realejo: Croquis de Los Realejos a fines siglo XVII. Gráficas
Tenerife. Tenerife), por la ermita de San Sebastián que existía ya en 1530
(Marrero Rodríguez, Manuela,1992. Extracto de los Protocolos de Los Realejos
(1521-1524 y 1529-1561). Instituto de Estudios Canarios. La Laguna. Páginas
131, 132); ocupando dicha ermita el espacio de la actual plaza de San Agustín.
En la Iglesia del Convento agustino, se custodiaba la venerada imagen veneciana
de Nuestra Señora del Carmen. A las 11 de la noche del 20 de enero de 1806 se
inicia el incendio del convento. Su espacio es ocupado actualmente por
inmuebles y casas entre las calles La Alhóndiga, El Carmen, El Mar y García
Estrada.
El Convento de San Andrés y Santa Mónica de agustinas
recoletas se construyó en el llano de San Sebastián, y para ello “los
materiales que se emplearon fueron madera de tea y piedra, teniéndose que
derribar la ermita de San Sebastián por hallarse en el terreno designado”. En
1701, su construcción está avanzada y las religiosas empezaron a residir en
dicho inmueble en 1713. El 21 de febrero de 1952, un incendio acabó con el
último convento de Los Realejos (Díaz Pérez, Ana María, 1988. “El legado
histórico-artístico de de D. Juan de Gordejuela en Tenerife”, en VII Coloquio
de Historia Canario-Americana (1986), Las Palmas de Gran Canaria, 1988).
“Pavoroso incendio en El Realejo Bajo. Editorial EL DIA,
febrero de 1952: “El antiguo convento de San Agustín, donde se hallaban
instalados el Ayuntamiento, Juzgado Municipal, Delegación de Abastos, Colegio
de Segunda Enseñanza y otras dependencias oficiales, quedó totalmente
destruido, en el incendio del 21 de febrero de 1952 También fue pasto de las
llamas la contigua ermita de la Virgen del Carmen, pero las veneradas imágenes
existentes en la misma pudieron ser salvadas”. El incendio del convento no sólo
significó la destrucción del último tesoro conventual de los Realejos, sino la
desaparición del Realejo Bajo como entidad autónoma; ya que se quedaba sin
Ayuntamiento, sin Juzgado, sin Delegación de Abastos para regular los mercados
y los precios, y sin Colegio de Segunda Enseñanza. El destino dejaba en manos
del Realejo Alto la fusión de 1955; y, a la postre, llevaría el Ayuntamiento de
los dos municipios a la Plaza Viera y Clavijo de la Iglesia de Santiago, al
lugar más ilustre del nuevo municipio.
Y esta situación ha dejado a la mitad del municipio
huérfano, el Realejo Bajo se ahoga en su patrimonio natural, histórico,
artístico y arquitectónico. Pareciera como si el Realejo Bajo No tuviese dos
dragos de más de 250 años que nadie conoce ni visita; que No posee una de las
Haciendas más importantes de Canarias fundadas por el Primer Adelantado, Alonso
Fernández de Lugo; que No Presenta un Casco Histórico y una Iglesia digna de
visitar; que en el Campo del Rey o Hacienda de los Príncipes No nació Benchomo
o Benitomo; que los Viajeros Extranjeros No subían por las Vueltas de Tigaiga
para ir a Icod el Alto, y luego al Teide; que Elisabeth Murray (1859), Eugène
Pegot Ogier (1868), Jules Leclerq (1879), Olivia Stone (1883), Herman Christ
(1884), Charles F. Barker (1885-86), Margaret D´Este (1909), Las hermanas Du
Cane, Florence y Elle (1911) Nunca estuvieron ni Nada Escribieron sobre El
Realejo Bajo; como si Agustín Espinosa no hubiera viviendo sus últimos días en
San Agustín; como si el Realejo Bajo hubiera desaparecido por el fuego que
purifica, y por el fuego que destruye; como si la Memoria de los Hechos Pasados
se hubiera consumido con el mismo fuego del último convento del Realejo Bajo en
1952.
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