Lorenzo Soriano
“Errare humanum est"
Viendo el pasado año la inmensa fábrica de Tesla en Fremont, California, y
el nuevo armador de Baterías de Reno, Nevada donde posteriormente asistí a una
visita, me di cuenta de la megalomanía del ser humano. El “minúsculo y
vulnerable” espécimen de animal, dizque racional, que se cisca en la
sostenibilidad y quiere acabar con todo, realizarlo todo, modificarlo todo, en
su cortísimo paso por este mundo, apenas millonésimas de nanosegundos de tiempo
espacial. Me pareció que la “fortaleza de la vulnerabilidad” nos hacía
desvariar. Que todo lo que veía, tenía pies de barro, no era solido por
maravillosa que fuese la técnica que se exponía y el orgullo de la ingeniería,
de la inteligencia artificial, de la robótica excluyente.
Pues bien, aquí estamos hoy, y ahora, con que un invisible virus, familia
habitante del planeta bastantes millones de años antes de que
apareciéramos, que nos destruye los planes, los proyectos, y nos
coloca en nuestro sitio. Nos lleva bien abajo en el escalafón de la importancia
sobre el Planeta, y seguro que sobre el universo entero, arrojándonos a
la cara un buen jarrón de frío líquido, para que despertemos de nuestra
ignorancia atrevida y de nuestra estúpida vanidad.
La táctica romana que empleaban sus famosas legiones, avanzar y proteger,
las hicieron invencibles. De ahí y entre otras, salieron dos acciones
fundamentales. La “Formación en Testudo” o táctica de la tortuga, y la
construcción diaria de los “Castrum” o campamentos fortificados, para poder
descansar con tranquilidad por las noches.
En resumen, al mundo se le conquistaba,
avanzando y protegiendo lo avanzado. Mucho antes, Jenofonte, militar y escritor
griego, discípulo de Sócrates, y continuador de Tucidides, ya nos narró en su
Anábasis, que es muy inconveniente avanzar sin proteger. Él consiguió
volver por su genio militar, tras adentrarse en terreno hostil más de 5000 kms.
Si bien su predecesor Tucidides, era mejor historiador, Jenofonte era un
estratega genial. Le gustaba mucho , recordar el discurso Fúnebre de Pericles
recogido por Tucidides, donde exclamaba :
“La ignorancia no debe
ser desdoro, a menos que venga acompañada de la riqueza”.
No
hemos pues aprendido nada, creemos saberlo todo, y realizamos obras
impresionantes que nos vemos obligados a abandonar, o a interrumpir por querer
avanzar sin medida, pero sin proteger ni cuidar lo avanzado. Le damos más
importancia a un desarrollo brutal en los campos de la Ingeniería o
informática, pero una “simple gripe mutante”, se nos lleva por la taza. Y con
ella, sueños, planes, compromisos, ahorros, vidas, haciendas y alhajas.
A veces es bueno recordar a Diogenes, desnudo, en su barril, y su conversación con Alejandro, cuando este, le ofreció un Imperio, o cualquier cosa que deseara, porque lo admiraba a través de Aristóteles, su preceptor . Y aquel, le pidió que se apartara un poco para disfrutar del tibio sol de la tarde, que Alejandro y su guardia le tapaban en ese momento.
Dediquemos pues más excedentes a protegernos, a prevenir, a consolidar, a reforzar todo lo conseguido, antes de avanzar como desquiciados poseídos hacia abismos políticos, económicos, sociales o “innovadores”. Hay que invertir más en estudiar a nuestros competidores en la naturaleza, que son o pueden ser invisibles, pero mucho más poderosos que nosotros, sin duda alguna.
Y retomando el principio y el Imperio que me hizo reflexionar, hay un dilema en el objetivo de un millón de coches eléctricos al año, para los que habrá que proveer de Litio, Baterías y electricidad, de difícil y complicada obtención, mantenimiento y reciclaje.
A veces es bueno recordar a Diogenes, desnudo, en su barril, y su conversación con Alejandro, cuando este, le ofreció un Imperio, o cualquier cosa que deseara, porque lo admiraba a través de Aristóteles, su preceptor . Y aquel, le pidió que se apartara un poco para disfrutar del tibio sol de la tarde, que Alejandro y su guardia le tapaban en ese momento.
Dediquemos pues más excedentes a protegernos, a prevenir, a consolidar, a reforzar todo lo conseguido, antes de avanzar como desquiciados poseídos hacia abismos políticos, económicos, sociales o “innovadores”. Hay que invertir más en estudiar a nuestros competidores en la naturaleza, que son o pueden ser invisibles, pero mucho más poderosos que nosotros, sin duda alguna.
Y retomando el principio y el Imperio que me hizo reflexionar, hay un dilema en el objetivo de un millón de coches eléctricos al año, para los que habrá que proveer de Litio, Baterías y electricidad, de difícil y complicada obtención, mantenimiento y reciclaje.
A reflexionar.
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