Teresa del Bosq
Mis arenas se quedaron
revolviendo el funeral de las tristezas
para matar de nuevo
la raíz de las tormentas
Porque dolió la carga
y la descarga en el pelaje
del alma acostumbrada
a los hierros de los yerros
La luna de alborada
dejó en las veredas desfasadas de la cama
polvo de hadas
para el filo de la espada
talladora del mismo laberinto
a la entrada de las sombras:
hijuelas del sueño que ya no sueño
en las garras tenebrosas
de aquella misma pesadilla.
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