Un friki, un ‘matao’. Un miserable que parasita. Un hijo de buena cuna. El tal Hasel es la imagen de la España de Sánchez. Con Sánchez los mataos tienen vida para largo. Una desgracia.
El presidente lleva sin responder a preguntas de la prensa desde el pasado 29 de diciembre. He aquí una gravísima anomalía democrática. Y se da por buena. Bajo un Estado de alarma hasta mayo, el silencio es absoluto. Las comparecencias se celebran a cuenta gotas. La oposición es ninguneada, hostigada. Y la prensa libre (todavía queda prensa libre) obligada a denunciar que es perseguida por el Gobierno. ¡No vale decir que es atosigada por una parte del Gabinete! Si UP está dentro del Ejecutivo, es el conjunto, con Pedro Sánchez a la cabeza, el que se convierte en claro enemigo de la libertad de prensa.
Mientras, los bárbaros destruyen mobiliario urbano y propiedades privadas, amenazan vidas y reciben la protección de la izquierda radical.
Toda la izquierda en España está batasunizada.
Europa se espanta ante una nación que otra vez parece querer seguir la senda del horror. Y otra vez es la izquierda totalitaria, socialista y comunista la que nos condena a la permanente y dolorosa trinchera.
La democracia, sin ley y orden, es una meretriz despreciable.
La izquierda degrada las instituciones, la convivencia. Destruye la paz, la economía, el bien común. Sánchez, sobre todo él, representa todo lo que denominamos anomalía. Y luego si quieren ya podemos hablar de Iglesias, UP, etc.
Esta casta chupóptera lo que quiere es mamar, seguir mamando siempre, hasta el fin de los días.
Juan Manuel de Prada escribe: “Para que podamos hablar de libertad de expresión tiene que haber primero expresión; y, si estamos hablando de artistas, tiene que haber expresión artística. Pero escupir bilis, deseando la muerte a todo quisque, nada tiene que ver con la expresión artística.”
Pero todos los hijos de puta que hoy seguirán destrozando mobiliario urbano, propiedades privadas y buscando robarle la vida al inocente que pase por el lugar, volverán a recibir el amparo de una izquierda miserable.
Margarita Robles, ministra de Defensa, quizá sea hoy la única voz decente en un gobierno felón. ¡Huye de ahí, ministra!
Y mientras tanto, el presidente de una parte de los españoles, o sea, el tal Sánchez del PSOE casi batasunizado hasta la náusea, asegura, eso sí, tres días después de barbarie en las calles, que “la democracia española tiene una tarea pendiente, ampliar la libertad de expresión”.
El inquilino monlcovita justifica, pues, a esos jóvenes que están cabreados porque en realidad se han quedado sin expectativas. ¡Habrá que mimarlos! ¿De qué libertad de expresión habla el presidente? Lo que hace falta es acallar a los bárbaros. ¡Lobotomizarlos!
También los medios de comunicación, algunos más que otros, pero todos lo han hecho con gusto, se convirtieron en el trampolín para que un engendro humano, así como una ideología que representa el horror, acabase sentado en el poder y ser capaz, pero que muy capaz de arruinar nuestras vidas (más aún) cuando ya no esté en la vicepresidencia. Malo es que una ideología tan sanguinaria esté manejando millones de euros y controlando a tantas personas desde Moncloa. Malo será cuando de nuevo, apartados del Ejecutivo, vomiten que asaltarán el cielo desde las barricadas. El cielo de UP y de todos sus votantes es el infierno en la tierra para nosotros. Y los medios de comunicación, durante muchos años, todavía hoy, han servido de catapulta para disfrute de las alimañas con derecho a voto que ansían destrucción, sangre y muerte.
La democracia es una nulidad si es cobarde, si está enferma, si se rinde ante los violentos, si no puede quitarse de encima la costra de basura que la convierte en un armatoste inútil, pesado y ruinoso. Si la democracia en España es la vomitona mental de Sánchez, entonces yo me bajo de la democracia y me pongo a trabajar en recuperar la democracia que necesitamos para que 'mataos', frikis, indepes y la izquierda batasunizada, desaparezcan del mapa.
La democracia
tiene que ser fuerte. De no ser así se convierte en cómplice del horror.
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