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martes, 16 de febrero de 2021

APAREJADOR

Evaristo Fuentes Melián

Aparejador y otras titulaciones académicas

En una Unidad Técnica, a la que pertenecía como funcionario hasta que me jubilé, ejercí a lo largo del tiempo en activo, con el título académico de aparejador, que luego lo transformaron en arquitecto técnico y años más tarde con la propuesta de ingeniero de la edificación.

Esta titulación tiene una anécdota reciente: estaba viendo yo hace un par de semanas en mi televisor, la cadena de TV <Odisea>, donde no dan más que accidentes graves de variada gama. Y en uno de esos accidentes, un helicóptero en el aire tiraba hacia arriba por un conjunto de cables, para poner en vertical una torreta metálica reticular de unos cinco metros de largo, en medio de una gran explanada. Como ayudantes en esa difícil maniobra, había media docena de obreros alrededor del terreno perimetral de la referida torreta.  

Y ahora viene lo más interesante para el tema que nos ocupa: el referido reportaje televisado, realizado en EEUU con un comentarista traductor al castellano, llamó “aparejadores” a aquellos obreros manuales que desde el suelo iban tirando de los cables y cuerdas.

 La titulación de aparejador en España ha tenido algún problema a través de casi un siglo que existe esta profesión, intermediaria entre el arquitecto y el maestro de obras. Trabajé más de una vez con algunos arquitectos peninsulares que no conocían el argot del albañil, el lenguaje de los obreros canarios, y en consecuencia yo servía también de “traductor” de algunas frases.

Hagamos un somero análisis de esa denominación o titulación que a los aparejadores nos ha correspondido:

A.- Aparejador, evidentemente es el nombre del oficio de aparejar (según el diccionario de la RAE, aparejar en su primera acepción es preparar, prevenir, disponer), que le va mucho mejor, por poner un ejemplo, a los protagonistas del suceso anecdótico que conté al principio de este texto: aparejar, tirar de unos cables para tratar de poner en vertical una torreta.

B.- Lo de arquitecto técnico llegó al final de los años sesenta del siglo XX. Pero, arquitecto técnico tampoco es la titulación más idónea, es una redundancia, una repetición, pues en la etimología de la palabra arquitecto va implícito poseer facultades para el arte y para la técnica. Inseparablemente

Los técnicos de grado medio de mi época, obtuvimos el título de aparejador en la Escuela o Colegio Politécnico, de la calle San Agustín de La Laguna, en tres años más después del Selectivo. En Canarias por entonces no había Escuela de Arquitectura Superior. En consecuencia, entre mis compañeros coetáneos de promoción del título de aparejador, había quienes querían ser arquitectos superiores, pero por escasez de medios económicos, casi ninguno pudo desplazarse a la Península, para obtener el título de Arquitecto Superior.

C.- El último título propuesto últimamente es el de ingeniero de la edificación.  Es, en mi opinión, el titulo más apropiado para nuestra carrera; con el añadido de un dato importante: tenemos prohibido por ley, proyectar, diseñar edificios. Prohibido tajantemente, lo cual nos coloca irremediablemente en una escala inferior a la del arquitecto superior, que es muy difícil   poder alcanzar.

Los aparejadores estamos supeditados a entender y realizar las sucesivas etapas de las obras, según los planos y documentos que facilita el proyecto del arquitecto superior, que nos responsabilizan con todas las consecuencias legales, y también judiciales, si llegara el caso de algún accidente o de permitir utilizar materiales defectuosos que no cumplan las normas ni el control de calidad, en los trabajos de la construcción del edificio correspondiente.

Nota final. ¡Ah!, se me olvidada un detalle: el helicóptero de la anécdota que mencioné al principio, terminó cayendo al suelo por falta de maniobrabilidad y exceso de peso. Gracias a Dios, no hubo víctimas mortales.

Evaristo Fuentes, aparejador jubilado, colegiado núm. 294 en el Colegio Oficial de Aparejadores, de la provincia de Santa Cruz de Tenerife.

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