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jueves, 27 de diciembre de 2018

CONTRADICCIONES EN BANDEJA


Salvador García Llanos

Las derechas se encaminan hacia la gobernación de Andalucía. No se lo esperaban, pero las urnas hablaron y la oportunidad de desbancar a los socialistas del poder no la iban a desaprovechar. 

Costará lo que costará, cueste lo que cueste: ya habrá tiempo de dirimir y de limar asperezas, incluso con los ultras, a los que, por su bien, hay que domesticar, con permiso del poeta.

Tendrán que cultivar la alianza. Y como todo estreno, habrá días de vino y rosas, pan de la boda, decisiones estratégicas en busca de eficacia, recelos y zozobras, cien días, mensajes triunfalistas, dudas, impulsos, doctrina de cambio político, escenarios idílicos donde antes se palpaba la catástrofe, testimonios de admiración al pueblo andaluz que hasta hace poco eran lo contrario... Antes derroche, ahora inversión.

A priori, no será fácil esa gobernación; pero hay que conceder los márgenes correspondientes. Porque se abre un nuevo ciclo y el tiempo es una baza importante. Que tengan presente que el victimismo, en todas sus modalidades de justificación, inexperiencia y disculpas, es un factor que se agota. Que recuerden una palabra que servía de bandera o estandarte: regeneración. A favor del pacto, el derecho mediático cada vez más ansioso y que no dudará en utilizar el inédito escenario para catapultarlo al ámbito nacional, donde las heridas de una censura legítima no terminan de cicatrizar y menos si algunas medidas del ejecutivo cuajan y abren expectativas de credibilidad o confianza.

Hacia la gobernación, pues, con hechos para contrastar: cuando se anunció, un ejemplo, por el Gobierno de Sánchez que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ascendería a 900 euros, removieron la CEOE y hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI), poco menos que el apocalipsis, acento de Pablo Casado incluido al posicionarse en contra desde la tribuna parlamentaria. Y cuando se ha sabido que la primera medida del pacto de las derechas andaluzas era incrementar las retribuciones de los altos cargos un 50 %, la tibieza de la respuesta, al menos la circulante en redes sociales, ha sido bastante notable. Por supuesto, los cimientos de la CEOE y del FMI no han temblado. Y se ve que en la aflicción causada por la pérdida del poder apenas ha dejado margen para la reacción, incluso entre quienes militando en la misma formación bien que se enzarzaron no hace muchos meses en una pugna personalista sin cuartel. O que han estado muy ocupados con el tránsito y los preparativos para la travesía del desierto.

El pacto hará ver que fuera hace mucho frío y que, para recuperar, además de obrar sin prisa y sin pausa, es necesario desilusionar desde la el respeto a los liderazgos y la unidad de acción. Aunque sirvan en bandeja las primeras contradicciones.

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