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sábado, 15 de diciembre de 2018

ATASCO VIAL PERMANENTE


Salvador García Llanos

La reordenación de las líneas y frecuencias de TITSA en la vertiente norte de la isla deja insatisfechos a todos. Algunos alcaldes han expresado abiertamente sus discrepancias, representantes sindicales también afirman que las cosas no se han hecho bien de modo que hasta dudan de la viabilidad económica y logística de la medida y algunos usuarios se quejan... pero tragan: ya saben de la resignación isleña.

Hasta se ha terminado hablando de “presión política” para criticar esta reestructuración que tiene un lado, el de los recursos humanos, bastante controvertido. Se da por hecho que los responsables habrán estudiado a fondo las opciones de redistribución de efectivos, medidas compensatorias y contrataciones excepcionales por la vía de urgencia pero lo cierto es que se escuchan voces de incertidumbre y protesta.

En una información periodística que cita fuentes sindicales, a propósito de la “presión política”, se señala que es grave lo que pueda ocurrir tras las elecciones autonómicas y locales del próximo mes de mayo pues “la red norte se dejaría aparcada de nuevo porque no es viable. Es un derroche preelectoral y que nosotros pagaremos más tarde. Ya lo hicieron en 2012 y lo pagaron los trabajadores con un ERTE que costó cinco millones de euros al año durante cuatro años”.

Los ediles, claro, escuchando las quejas de los vecinos y lamentando, a su vez, que no hubiera reuniones previas para conocer mejor el alcance de las variaciones. Fueron invitados, eso sí, a los actos de presentación. Algunos declinaron su asistencia y la mayoría de los consultados están en desacuerdo.

El caso es que, en plena ebullición del descontento por las colas y tapones, cuando se pone de manifiesto que las carreteras del norte son manifiestamente insuficientes para absorber el tráfico de un parque automovilístico que no para de crecer, las intenciones del Cabildo para potenciar el transporte público y paliar las deficiencias en movilidad por carretera, la reordenación de TITSA -resignación incluida- empieza a ser muy contestada. Habrá que dar un tiempo, ciertamente, para ver cómo se desenvuelven los usuarios y, sobre todo, si las modificaciones operadas surten efectos positivos y aquéllos los notan. No parece, ahora mismo, que ese sea el destino, entre líneas que desaparecen, frecuencias que se revisan, paradas que  se suprimen y reajustes en los trayectos. La gente teme, sencillamente, que las cosas empeoren, que haya opciones todavía más incómodas y que, en definitiva, sigan llegando tarde. Intentarán, claro, que una buena campaña publicitaria calme los ánimos y persuada, fomentando la resignación, de las bondades del sistema.

Entonces, parafraseeemos al poeta y confiemos en que un día habrá una isla que no sea atasco vial permanente.

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