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jueves, 19 de mayo de 2016

CULTURA LITERARIA


Evaristo Fuentes Melián  

“La enseñanza secundaria se primeriza. Los alumnos de los institutos no saben ortografía, ni poseen un vocabulario exacto y variado, ni conocimientos gramaticales, ni análisis lógico, ni método de exposición escrita u oral…”

“La cita podría haberse extraído de uno de los múltiples artículos publicados en España cada vez que se aborda el tema del nivel educativo de nuestros alumnos. No me digan que no les resulta actual. Pues bien; es de un libro publicado en Francia sobre la crisis de la cultura literaria en… 1929.”

Este texto arriba transcrito, que está entresacado de un artículo recientemente publicado por el ex ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, se refiere a los alumnos que están en trance de terminar el actual  bachillerato. Pero yo he encontrado alguno de esos defectos, en oradores a nivel de grado superior. Un universitario debe saber pronunciar bien el idioma y  ceñirse a la correcta formación de las frases, con su normativa elemental que se aprende (o debe aprenderse) a la altura de los primeros cursos de la enseñanza  primaria. Además, se debe tener en cuenta que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Hay casos en que el disertador se alarga en demasía en un discurso mal ‘prenunciado’, con faltas de sintaxis o morfología, como, por ejemplo,  poner en singular al sujeto y en plural al verbo. Verbigracia: “…el cual son…”; en vez de “…el cual es…” Y si a esto añadimos una dicción trabalenguas de difícil captación auditiva, su palabrería deviene, con el paso de unos tediosos minutos, en masturbación mental transitoria y/o diarrea cerebral incontrolada, que desemboca en su conjunto en un ejemplo paradigmático de metedura de pata hasta el corvejón.

Pidamos algo de continencia a este tipo de errado y  errante orador, quizá ufano de sí mismo, narciso de sus entretelas. Más que nada, para evitar un mal rato al respetable público asistente al acto a lo largo de su...lánguida e ininteligible perorata.

Espectador

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