Lorenzo de Ara
Sangre, sudor y lágrimas. O algo así. Muchas lágrimas. Europa, la rica, y España lo es, está necesitada de un baño de humildad. Quiere ello decir que si tenemos que afrontar un periodo severo de carencias, pasar calamidades, pero mantener la libertad y la democracia a salvo, entregando vidas pero jamás cediendo un palmo de nuestro modelo de sociedad, que se haga sin titubeos, y dispuestos a caminar por la senda de la pobreza.
El pueblo ucraniano está defendiendo nuestra libertad y nuestra riqueza. Bien está que se ponga sobre la mesa todo lo que nos jugamos en cuanto a calidad de vida. Si la guerra prosigue, seguramente el Estado de bienestar quedará severamente dañado. ¿Y qué? Hay que aprender a vivir con la realidad incontestable de que las democracias tienen enemigos dentro y fuera. Y que en una guerra se pierden vidas y se pierde dinero y se pierde el confort, a veces un traidor que nos acobarda
El riesgo de pobreza está ahí. Pero duele más, infinitamente más, que el presidente Pedro Sánchez tenga que verse obligado a rectificar y decida que ahora sí es menester enviar armamento a Ucrania evitando que España sea vista en el exterior como lo que fue cuando un ZP maldito, ruin, cobarde y felón ordenó que nuestros soldados salieran como gallinas de Irak. Una nación paria.
Se perderán muchas cosas en esta guerra. Pero si la democracia consiste en el ensimismamiento y el aislacionismo secular español, donde lo internacional forma parte del espacio exterior, entonces nuestra democracia es de tercera categoría. Como lo es el presidente que ayer dice una cosa y hoy otra bien distinta y mañana seguirá siendo un veleta con el que nadie quiere intercambiar un diálogo insustancial. Un mercachifle en toda regla. Pero eso sí, votado por el pueblo libre
No lo duden, Sánchez se escondería en el maletero de un coche ante una crisis como la que vive Ucrania. El cómico presidente ucraniano sin embargo, se queda.
Concluyo con
estas líneas de Martí Saballs: “Peor escenario: Putin, con sus tropas viéndose
acorraladas por la defensa ucraniana apoyada por la OTAN y otros países como
Finlandia, sufre una crisis dentro de Rusia difícil de apaciguar; rodeado de
leales servidores, algunos más peligrosos que él, decide apretar el botón
nuclear como última esperanza para acobardar Occidente. El fin. Epílogo: 2 de
marzo de 2022 y Podemos, los equidistantes, siguen formando parte del Gobierno
de España. Vergüenza.”
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