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martes, 8 de marzo de 2022

LOS CENÁCULOS

Antonio Pastor A.

Se puede decir que el Movimiento Sacerdotal Mariano (M.S.M.), actúa en todos los ambientes de la vida eclesial, en que se hallan personalmente empeñados sus adherentes: desde las comunidades religiosas hasta las parroquias, desde el sector de teología hasta la pastoral, desde la espiritualidad hasta el apostolado misionero. A veces, el Movimiento se desarrolla dentro de la vida eclesial con una actividad típica, que consiste en reunir a los Sacerdotes y a los fieles en encuentros de oración y fraternidad llamados – Cenáculos.

-. Los Cenáculos regionales y diocesanos se desarrollan siempre de acuerdo con el Obispo del lugar, quien, o participa en ellos personalmente, o envía su beneplácito y bendición. Estos Cenáculos ofrecen a todos, una ocasión envidiable para hacer la experiencia concreta de la oración en común y de la fraternidad vivida sirviendo de gran ayuda a todos, a superar dudas y dificultades y proseguir con valor en el difícil camino de la consagración.

Entre los Sacerdotes, que se han tomado la tarea de reunir a sus hermanos, se han elegido a los responsables del Movimiento, a nivel nacional, regional y diocesano. Los Cenáculos familiares son, hoy, particularmente providenciales ante la grave disgregación de la vida de familia.

En ellos, una o más familias del Movimiento se reúnen en una misma casa: se reza el Rosario, se medita sobre la vida de consagración, se practica la fraternidad, comunicándose mutuamente problemas o dificultades, y se renueva siempre, unidos, el acto de entrega al Corazón Inmaculado de María.

Ya se ha comprobado que las familias cristianas son ayudadas por los Cenáculos familiares a vivir, hoy en día, como verdaderas comunidades de fe, de oración y de amor. La estructura de los Cenáculos es muy sencilla. A imitación de los discípulos, que se reunieron con María en el Cenáculo de Jerusalén, nos encontramos unidos: para orar con María.

Los Cenáculos deben ser ante todo encuentros de oración. El Rosario que recitáis en ellos, secundando la urgente petición de vuestra Madre Celeste, es como una inmensa cadena de amor y de salvación, con la que podéis envolver a personas y situaciones y hasta influir sobre todos los acontecimientos de vuestro tiempo. Continuad recitándolo, multiplicad vuestros Cenáculos de oración.

Para vivir la consagración. Durante los Cenáculos debemos ayudarnos mutuamente a vivir la consagración al Corazón Inmaculado de María. He ahí el  camino que debe seguirse: habituarnos al modo de ver, de sentir, de amar, de orar y de obrar de la Virgen. Para esto nos debe ayudar la pausa de meditación que hacemos en los Cenáculos, aunque antes debemos entender, aprender y ejercitar la forma de respirar.

Y por último para confraternizar de forma auténtica. ¿Acaso no es una de las más bellas experiencias que siempre se nos ofrece en cada Cenáculo? Reunirnos con María, para conocernos, amarnos y ayudarnos como siempre, como hermanos.

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