Teresa del Bosq
Sus trenzas eran torres
de plegarias y secretos
recostadas en la espalda de sus penas
Eran ríos ondulados de misterios
Quebradas eran
cuando se disolvían sus madejas
oscuras de mujer sabia
Su pelo fue tornándose marejada platinada
entrelazada en dos cordones
olorosos a
y a sudor de otoño
Su peineta acariciaba
la espesura de sus hebras
que se iban con el viento
deshojando un siglo
en el penacho de
la vida.
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