Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

sábado, 27 de marzo de 2021

OPINIÓN

Lorenzo de Ara

El cromosoma 21 de Andrea Matarí es mi democracia, mi verdadera y única apuesta por la vida.

Adam Smith sostenía lo siguiente: “No hay más requisitos para llevar a un estado al más alto grado de opulencia desde la mayor barbarie que paz, unos impuestos sencillos y una tolerable administración de justicia; el resto vendrá dado”. 

Ello quiere decir que el estado fiable, sostenible, respetuoso con la persona, es siempre el que apenas se hace notar. Tal y como dicen los amantes del fútbol del que es un buen árbitro en el partido. 

Mi concepción del bien común, o si se prefiere, mi ideal de verdadera justicia social, se basa precisamente en un estado fuerte y siempre cercano. Nunca ruidoso. Jamás ostentoso en las acciones a llevar a cabo para mantener y dar más vigor a los pilares que convierten en sólido el sistema que un democristiano llama Bien Común.

Educación, sanidad, pensiones, justicia, derecho social. 

Los políticos bien pagados, haraganes, trepas y ruines, pretenden, y lo están consiguiendo, convertir el estado en una trituradora de carne. Todos bajo el yugo, porque no es protección, de un engendro que está ahí para dirigir nuestras vidas. Incluso para hacernos protagonistas de la pérdida de la vida. El don sagrado. 

El cromosoma 21 vale mucho más que la ministra Isabel Celaá. 

Si todos tuviésemos claro que la defensa de la vida, que el respeto al prójimo, que la democracia nunca debe estar a la espera del apaciguamiento de las fieras para ganarse el futuro; si pelear por la libertad, por la defensa de los valores esenciales que han hecho que occidente dejase atrás épocas de horror; si reconociésemos que experimentamos una decadencia que nos lleva a la ruina moral, económica y social; si el esfuerzo, el trabajo, la familia, la patria, la religión y el bien común quedaran protegidos de la mendacidad de los partidos políticos, y nunca se convirtieran estos valores en mercancía a manos de la partitocracia, quizá entonces el futuro sería esperanzador.

Pero hoy Isabel Celaá es más importante que el cromosoma 21 que hace especial a la niña maravillosa del diputado del PP. 

Esa niña bendita y hermosa y rebosante de amor y de verdadera humanidad, esa persona que tiene más inteligencia que yo, más formación que yo, que  es mejor persona que yo, y que merece más vida, más éxito, más amor y más futuro que yo. Ella es el futuro por el que todos deberíamos apostar.

El estado de Celaá y del psoe de Sánchez y de la extrema izquierda que todo lo corroe es el que mata ese cromosoma 21 que es pura vida. 

Un Estado silencioso, humilde, pero también fuerte, generoso, es siempre el que no acapara. Nunca hace ruido. Está para cuando es menester que se deje notar. Nunca falla. Jamás hace teatro. Detesta la politiquería. 

El cromosoma 21 de Andrea Matarí es mi democracia, mi verdadera y única apuesta por la vida. 

Isabel Celaá representa el horror. 

Usted también, sapientísimo lector, lo debería tener claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario