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sábado, 27 de marzo de 2021

LA MASONERÍA DE CANARIAS EN EL SIGLO XIX

José Melchor Hernández Castilla

“La denominación de fracsmasón o de free-stone-masan aparecen por primera vez en Inglaterra de 1350. Es el albañil que trabaja la piedra de adorno; diferente, por tanto, del roughmason, trabajador tosco, término aplicado a los canteros ingleses” (Paz Sánchez, Manuel de, 1979. “La Masonería en Canarias”. Colección Guagua, Las Palmas de Gran Canaria. Página 13).

El nacimiento de la Francmasonería moderna se establece en 1717, con la fundación de la Gran Logia de Inglaterra. La Masonería es una institución con una finalidad ética, con el objeto del progreso del hombre, educar a la humanidad e ilustrarla. El fin último de la Masonería es mejorar la condición del hombre mediante la instrucción, el trabajo y la beneficencia, bajo el mandato de la Libertad, La Igualdad y La Fraternidad.  

La Primera Logia aparece en Santa Cruz de Tenerife en la época de la Guerra de la Independencia (1808), conocida como “Les Commandeurs du Teyde”, con el objeto de defender los intereses franceses. En 1816 ó 1817, se crea una segunda Logia fundada por el aventurero francés conde de Saint Laurent. No obstante, el periodo de mayor interés de la masonería en Canarias llega a partir de la revolución de 1868, durante el sexenio revolucionario (1868-1874) y la I República.

Alrededor de 1870, bajo la tutela del Gran Mandato Lusitano, se inicia en Tenerife, la logia Teide, número 53, con influencia política. Dentro de la misma, se encuentra como Venerable Hermano, Miguel Villalba Hervás. Surgen otras logias como Hijos del Teide, número 94, en 1874; o Nivaria, número 96, en 1875. Fuera de la capital surgen más logias, Taoro, número 90, en la Orotava, en 1874; o Esperanza, número 103, en el Puerto de la Cruz, en 1876. Incluso algunas logias confeccionan su propia revista en la década de 1880, como la logia Tinerfe, número 114, originada en 1877.   

La Masonería Canaria llega a tener 11 logias, entre 1870 y 1878, con un total de 250 personas. En Santa Cruz de Tenerife, en 1879, los masones se dividen entre los que obedecen al Grande Oriente Lusitano Unido, La Logia Tenerife, número 114; y la que se une a la Confederación Masónica del Congreso de Sevilla, y después a la Gran Logia Simbólica Independiente Española, la Logia Teide. Esto último, también, hacen los masones de La Orotava y del Puerto de la Cruz. A partir de 1881, las logias Taoro y Esperanza se unen, optando por el nombre de la primera.  

Respuesta a un Obispo Romano, confeccionada por Miguel Villalba Hervás, sobre el texto “La Luz Masónica:

“Los masones deben cultivar y extender la caridad a todo el género humano, aun cuando éste difiera de él en opiniones políticas y religiosas. Estas divergencias pueden originarse, probablemente, de causas en que él no ha tomado parte, y de las cuales no derive ningún mérito ni obtiene ningún resultado.

Los masones creen firmemente en el Señor su Dios. Padre Omnipotente, Autor y Creador del Universo; en ese Ser Infinito, Grande y Misericordioso que ha iluminado las almas con un destello de luz divina e inmortal, a fin de que puedan conocerle, amarle y observar estrictamente sus mandamientos: creen que todos los hombres son hijos de un padre común y por consiguiente Hermanos, que teniendo entera fe en Dios, amor a la humanidad y caridad para que todos los hombres, creen llenos de esperanza en la indefectible inmortalidad del alma, como el galardón del mérito y de la virtud.

Primera Gran Verdad. Ningún hombre ha visto jamás a Dios. Dios es Único, Eterno, Omnipotente, Omniscio, infinitamente justo, misericordioso, benévolo y compasivo.

Segunda Gran Verdad. El alma del hombre es inmortal. Posee actividad e inteligencia como existía en el mismo Dios antes de ser revestida del cuerpo.

Tercera Gran Verdad. El impulso que mueve hacia la buena conducta y que aparta del crimen no es solamente más antiguo que las naciones y de las ciudades, sino coetáneo del ser divino que ve y rige el cielo y la tierra.

Cuarta Gran Verdad. Las verdades morales son tan absolutas como las verdades metafísicas. Los principios de la moral son axiomas lo mismo que los principios de la geometría.

Quinta Gran Verdad. Hay una distinción esencial ente el bien el mal; lo que es justo y lo que es injusto; y a esta distinción se agrega para toda criatura inteligente y libre, la absoluta obligación de conformarse a lo que es bueno y justo.

Sexta Gran Verdad. La necesidad de practicar las verdades morales es obligación. La obligación moral, como la verdad moral, que es su fundamento, es absoluta.

Séptima Gran Verdad. La ley inmutable de Dios requiere que además de respetar los derechos absolutos de los demás y de ser meramente justos, practiquemos el bien, seamos caritativos y obedezcamos los dictados de los generosos y nobles sentimientos del alma.

Octava Gran Verdad. Las leyes de Dios que rigen y arreglan el Universo, son las del movimiento y la armonía. Solamente vemos los incidentes aislados de las cosas, y con débil capacidad y nuestra vista limitada no podemos descubrir su conexión ni las poderosas cuerdas que hacen una perfecta armonía de una discordia aparente”.

Novena Gran Verdad. La Justicia, la Sabiduría y la Misericordia de Dios son iguales, infinitas y perfectas, y forman una Gran Trinidad perfecta de atributos, que siendo tres no son más que uno”.

Bibliografía:

Paz Sánchez, Manuel de, 1979. “La Masonería en Canarias”. Colección Guagua. Las Palmas de Gran Canaria. Páginas 14-17; 21; 31; 34-35.

Paz Sánchez, Manuel de.  “Historia de la Masonería en Canarias”. Gran Logia Provincial de Canarias. https://www.granlogiaprovincialcanarias.org/bienvenidos/la-masoneria-en-canarias/

Paz Sánchez, Manuel de, 1983. “Intelectuales poetas e ideólogos en la francmasonería canaria en el siglo XIX”. Ecotocopia Ediciones. Santa Cruz de Tenerife. Páginas 55-62.

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