TÓPICA ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE MÉJICO
.-Señor presidente: ¿Qué está pasando en su bello país?
.-El progreso--aunque parezca tópica la frase--tiene estos remanentes. Si es que se refiere usted, por poner un ejemplo, a lo de Chiapas…
.- 'Remanente' es un vocablo diluyente, despistante para un problema de cientos de muertos y una miseria secular...
.-Yo no dudo de que hay un problema, pero vamos a darle tiempo...
.- ¿Más todavía? (Interrumpo sin discreción al Presidente).
.- Déjeme terminar la plática, no más. (Me responde algo inquieto en su butacón). Digo que esos campesinos, con sus anacrónicas costumbres indígenas, han propiciado su propio indeseable destino, que es la impenetrabilidad de su incultura, negando toda ayuda externa. El caso del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, lo confirma. Ellos se están cavando su propia fosa.
- ¿Diría usted que la guerrilla ayuda a fabricar su sepultura?
.- Pues sí afirmativo; lo digo, y digo más: grupúsculos políticos cercanos pero marginales que todos conocemos como filo comunistas, están haciendo lo posible y lo imposible para desestabilizar el país.
.- Pero… ¿no cree usted que coadyuva a ello la incapacidad, si se me permite la palabra, de su gobierno para ir eliminando bolsas tan estallantes de pobreza? Gran número de indigentes pululan por la capital, distrito federal.
.- Mire usted—-me responde el señor presidente--si pasamos una visual al estado de cosas en determinadas grandes urbes mundiales, ¿no cree usted que el problema de Ciudad de Méjico es menos malo que cualquier otro del entorno geoestratégico? Hay que agarrar el toro por los cuernos, pero éste se resiste... ¿Alguna pregunta más, señor?
.-Bueno, yo tengo un dossier algo más extenso de cuestiones importantes...
.-Pues muchas gracias por su visita (me corta visiblemente nervioso el señor presidente).
Y me voy con la música a otra parte
En mi recuerdo queda una borrosa anécdota que me contó un señorito conocido mío, de familia adinerada, que fue de turista a Méjico DF, y a la vuelta, jura y perjura que no volverá a conducir por los cruces de semáforos de la gran urbe azteca: corres el peligro de un accidente, pero no solamente de circulación, sino que también algún gamberrete jovenzuelo, al parar en rojo en un semáforo, se te acerque a la ventanilla del conductor con un cuchillo o una pistola de segunda mano, pidiéndote la bolsa o la vida…
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