Sheina Leoni
Las sociedades del mundo otra vez están de luto. Más
personas han muerto por causa de atentados terroristas, asesinatos por hurto o
secuestros indiscriminados.
Nuevamente surge la misma pregunta que tantas veces nos
hacemos: ¿Qué está pasando que la vida parece no valer nada? Lo más grave, es
que ya no es suficiente asesinar a las personas, sino que parece imprescindible
someter a las víctimas a cualquier clase de vejámenes, quitándole además de la
vida la dignidad que como seres humanos todos merecemos.
En un planeta saturado por infinidad de leyes, tratados, y
declaraciones especialmente elaboradas para la protección de los Derechos
Humanos, estas conductas infrahumanas parecen no tener fin. Con la muerte de
estos seres humanos, seguramente; cada una de las personas que amamos la vida
morimos un poco; simplemente porque no podemos hacer nada para evitarlas.
Como tampoco pudimos
impedir las muertes causadas en Uruguay por la llamada “Operación Ángeles”, o
la de los niños que fueron asesinados en una escuela de Francia, por la única
razón de ser judíos. Lamentablemente, estas situaciones se suceden unas a
otras, porque estas bestias están en todo el Planeta, disfrazadas muchas veces
de honorables seres humanos, y atacando sin miramientos a quiénes ellos consideren
que deben morir.
Mirando atrás…
Hace más de un año, en mi país, considerado desde siempre
por su amabilidad y respeto, dos “niños” de 13 y 15 años golpearon una perrita
con un palo hasta matarla, mientras que otro filmaba el hecho subiéndolo luego
a Internet. Este triste episodio, que sucedió en una localidad del interior de
Uruguay hizo correr como pólvora la indignación en la mayoría de la sociedad,
aunque algunos pocos sectores manifestaban que era demasiado escándalo por el
asesinato de un perro.
¿Pero fue solamente
la cruel muerte de un desprotegido animal lo que se repudió? ¿O fue ese odioso
acto sin sentido hacia un ser desamparado, débil, que no tenía ninguna forma de
defenderse? Esa terrible conducta, muy probablemente será el comienzo de una
triste carrera de asesinatos para estos jóvenes, sino se toman las medidas
adecuadas para hacerles comprender la crueldad de su accionar. Un camino que
los guiará hacia un futuro sin valores y plagados de muertes, que
lamentablemente, los que consideramos la vida como el valor más preciado,
tendremos que soportar de igual forma. Y solo recordar constantemente, que el
individuo asesinado, ya no volverá a estar con nosotros, no hay manera de
volver a escuchar su voz y risa, salvo en algún video que guarde su familia.
Sociedades anómicas, con contrales sociales difusos o
inexistentes, dan pie a esta clase de sucesos, y dan protagonismo a estos
individuos que creen ser dueños y señores de la vida y de la muerte. Sociedades
donde matan niños en las escuelas, enfermos en los hospitales y a jóvenes que
piensan o sienten diferentes. Y también animales simplemente para verlos
agonizar y morir. Triste futuro para todos aquellos que queremos vivir en paz,
y que todavía seguimos siendo mayoría…aunque no lo parece.
Siglo XXI-Cambalache.
Estamos en la era de la información y la tecnología, de los
grandes avances científicos, de los viajes al espacio, Pero de que nos sirve
todo esto, sino somos capaces de establecer una buena convivencia en nuestra
propia casa… Es hora de que esta violencia termine, ¿pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo
transformar las normas en acciones; cómo hacerlo si aquellos que tienen en sus
manos la posibilidad de aplicar la ley y hacer justicia no han podido lograrlo?
Vivimos en trágicas sociedades, en las cuales las palabras de apoyo y
solidaridad son ahogadas por los llantos de las víctimas o de sus personas
queridas, donde el sentimiento de impotencia por aquellos actos que queremos
evitar y no podemos es moneda corriente.
Como docente apelo a
una educación integral y con sentido, en la cual la formación hacia el respeto
de la vida y la dignidad de las personas, así como el Planeta en su conjunto
sea el tema principal de los programas de estudio. Una enseñanza en la cual los
valores no sólo estén en los libros, sino en las actitudes de cada uno de los
integrantes de las diferentes Instituciones Educativas, y desde ahí, se hagan
extensivos a toda la sociedad.
Valores que deben estar presentes desde el seno familiar,
porque es ahí donde los percibimos por primera vez. Llegó el momento de dejar
torpes discusiones sobre quiénes deben integrar una familia, sino más bien
buscar la calidad humana de aquellos que la conforman, qué es lo verdaderamente
importante en la formación del ser humano; si es que realmente pensamos
preparar seres tolerantes y respetuosos aptos para vivir con otras personas en
sociedades cada vez más complejas.
Llegó el momento de dejar atrás discursos y manifestaciones
sin sentido, mentiras repetidas una y otra vez con palabras diferentes, pero
que en definitiva no significan nada. Hablar menos y hacer más, en un marco de
respeto y solidaridad hacia la raza humana, a la cual todos pertenecemos, sin
ningún tipo de excepción.
Como ciudadana, reclamo que aquellas personas que yo en
algún momento apoyé o en las que ustedes confiaron como el mejor referente para
conducir la sociedad, bajen de su estrado de aplausos y busquen soluciones
reales a sociedades cada vez más violentas. De lo contrario, todas las personas
que han muerto y morirán si este objetivo se deja caer en el vacío habrán ido
en vano. El momento es hoy, mañana será demasiado tarde. En memoria de todas
las víctimas de la violencia social que estamos viviendo en nuestras
respectivas sociedades
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