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miércoles, 17 de abril de 2019

INCENDIOS


Evaristo Fuentes Melián

Entre los incendios catastróficos mencionados por la tele hay uno: en 1966 ardió y se desplomó por la caída de un rayo, la techumbre de la Catedral de León; cuarenta años más tarde, en 2006, tuve  el gran privilegio de vivir, en primera fila, la Semana Santa de León, en un lateral de la misma plaza de la Catedral, desde un caserón antiguo.

Hay otros incendios catastróficos, como el que se produjo junto a la  antigua iglesia y ex convento de San Francisco, del Puerto de la Cruz, en febrero del año 1966. Pudimos observarlo desde la azotea de una casa familiar muy cercana, con el insigne científico don Telesforo Bravo.

Dos años antes, en 1964, ardió por completo el templo de la iglesia de San Agustín en La Laguna, que aún sigue sin reconstruir; hay fotos espectaculares. Fue cuando la Escuela de Aparejadores estaba a escasa distancia. Años más tarde, el Obispado, situado en la misma calle, también ardió por un descuido en la manipulación del antiguo horno de la calefacción.

Los siglos anteriores hubo incendios en  algunos conventos del Valle de La Orotava;  según todos los indicios, algunos de ellos fueron provocados a propósito  por circunstancias en las que no quiero extenderme…

El incendio de 1952, en el ex convento iglesia de San Agustín de Los Realejos, es el primero que yo recuerdo. Un primo mío de 16 años de edad estaba muy alborotado y se acercó hasta el incendio realejero, y luego nos lo contó minuciosamente.

Para definir esta catástrofe de ahora en Notre Dame de París he pergeñado un texto algo trágico, muy crítico y bastante pesimista. Es éste:

“El espirito de Quasimodo, personaje de una obra maestra de Víctor Hugo, el jorobado de Notre Dame de Paris---tan magistral como siniestramente  interpretado por Anthony Quinn en aquella película del año 1956---ha reaparecido  vaporoso y enfurecido  por el comportamiento deshumanizado de algunos creyentes tan falsos como Judas Iscariote, en esta Semana Santa de apariencias…”

Nota final: en algunos de estos incendios totalmente destructores ha surgido la polémica, entre licenciados en Arquitectura y profesores de Bellas Artes de reconocido prestigio. El dilema consiste en: si la reconstrucción hay que hacerla idéntica a lo destruido o edificar una nueva obra distinta y diferente. En el incendio de la Iglesia parroquial de Buenavista del Norte o en el mismo Obispado Nivariense de La Laguna, la polémica estuvo servida y fue muy virulenta antes de su reconstrucción.

Espectador

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