Javier Lima Estévez.
Graduado en Historia por la ULL.
En el municipio
tinerfeño de Los Realejos, podemos encontrar distintos nombres que a lo largo
de la Historia han destacado por diferentes motivos. De esa larga nómina
podríamos resaltar la figura de José Pérez de Chaves y Barroso, quien fuera
hijo del Subteniente y luego Sargento Mayor del Regimiento de Garachico Antonio
Pérez de Abreu y Chaves, Alcalde del Realejo Alto en 1780. En su segundo
matrimonio, se casó con Ana Jacobe y Barroso, siendo José Pérez de Chaves y
Barroso fruto de esa relación. Llegaría a ser Capitán del Regimiento Provincial
de La Orotava y Subteniente por real despacho de 21 de noviembre de 1798 en
atención a su heroico comportamiento durante el ataque del Capitán Horacio
Nelson al puerto de Santa Cruz de Tenerife, además de Capitán del mismo
Regimiento. Asimismo, ocuparía el cargo de Gobernador de las Armas, Alcalde de
Realejo Alto y Síndico Personero de Los Realejos, condecorado con el escudo de
la Fidelidad y Cruz de Oro de su Santidad el Papa Benedicto XIV el 14 de julio
de 1826. Se casó en la Iglesia del Apóstol Santiago con María Fernández
Casanova y Morales tal y como afirmara el investigador orotavense Antonio Luque
Hernández en su obra “Las familias Chaves y Montañés de Tenerife”. El 6 de
marzo de 1831 figura que José Pérez de Chaves y Barroso fue Capitán de la 6º
compañía del regimiento de milicias de La Orotava, aunque ya estaba retirado
del servicio, según apunta José Hernández Morán en su obra “Reales Despachos de
Oficiales de Milicias en Canarias que se custodian en la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife”.
José Pérez de Chaves y
Barroso llegaría a realizar una solicitud para ocupar unas tierras ubicadas en
Los Realejos, negándose tal petición (aunque pasaría finalmente a ocupar tales
tierras). Aspecto que merece ser destacado sobre éste realejero se enlaza con
el tema del agua, siendo un destacado miembro de la burguesía rural. En ese
sentido, nuestro biografiado adquirió un chorro de agua que transitaba por el
conocido Barranco de La Lora, canalizándola e invirtiéndola en el riego de sus
propiedades. No obstante, esta agua adquirida al ayuntamiento del Realejo de
Arriba, con la obligación de pagar un tributo de 45 reales anuales a dicha
corporación, le va a crear graves problemas a su nuevo propietario, reproduciéndose
de nuevo las pugnas por el agua, obteniendo el realejero las aguas del barranco de La Lora a cambio de
pagar un censo anual de 675 reales. Un hecho que ya apuntó en su momento el
profesor universitario e investigador Adolfo Arbelo García en su estudio sobre
el agua y la conflictividad social en Tenerife durante el Antiguo Régimen.
En definitiva, con
esta pequeña biografia, nos hemos aproximado a la vida de un realejero que
destacó en diversos ámbitos de la vida política, militar y económica del
Antiguo Régimen, desapareciendo la huella de un individuo que, como tantos
otros, el paso del tiempo va condenando al olvido.
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