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sábado, 13 de junio de 2015

“JOSÉ PÉREZ DE CHAVES Y BARROSO” UN REALEJERO EN EL OLVIDO


 
Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL.
En el municipio tinerfeño de Los Realejos, podemos encontrar distintos nombres que a lo largo de la Historia han destacado por diferentes motivos. De esa larga nómina podríamos resaltar la figura de José Pérez de Chaves y Barroso, quien fuera hijo del Subteniente y luego Sargento Mayor del Regimiento de Garachico Antonio Pérez de Abreu y Chaves, Alcalde del Realejo Alto en 1780. En su segundo matrimonio, se casó con Ana Jacobe y Barroso, siendo José Pérez de Chaves y Barroso fruto de esa relación. Llegaría a ser Capitán del Regimiento Provincial de La Orotava y Subteniente por real despacho de 21 de noviembre de 1798 en atención a su heroico comportamiento durante el ataque del Capitán Horacio Nelson al puerto de Santa Cruz de Tenerife, además de Capitán del mismo Regimiento. Asimismo, ocuparía el cargo de Gobernador de las Armas, Alcalde de Realejo Alto y Síndico Personero de Los Realejos, condecorado con el escudo de la Fidelidad y Cruz de Oro de su Santidad el Papa Benedicto XIV el 14 de julio de 1826. Se casó en la Iglesia del Apóstol Santiago con María Fernández Casanova y Morales tal y como afirmara el investigador orotavense Antonio Luque Hernández en su obra “Las familias Chaves y Montañés de Tenerife”. El 6 de marzo de 1831 figura que José Pérez de Chaves y Barroso fue Capitán de la 6º compañía del regimiento de milicias de La Orotava, aunque ya estaba retirado del servicio, según apunta José Hernández Morán en su obra “Reales Despachos de Oficiales de Milicias en Canarias que se custodian en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife”.  
José Pérez de Chaves y Barroso llegaría a realizar una solicitud para ocupar unas tierras ubicadas en Los Realejos, negándose tal petición (aunque pasaría finalmente a ocupar tales tierras). Aspecto que merece ser destacado sobre éste realejero se enlaza con el tema del agua, siendo un destacado miembro de la burguesía rural. En ese sentido, nuestro biografiado adquirió un chorro de agua que transitaba por el conocido Barranco de La Lora, canalizándola e invirtiéndola en el riego de sus propiedades. No obstante, esta agua adquirida al ayuntamiento del Realejo de Arriba, con la obligación de pagar un tributo de 45 reales anuales a dicha corporación, le va a crear graves problemas a su nuevo propietario, reproduciéndose de nuevo las pugnas por el agua, obteniendo el realejero  las aguas del barranco de La Lora a cambio de pagar un censo anual de 675 reales. Un hecho que ya apuntó en su momento el profesor universitario e investigador Adolfo Arbelo García en su estudio sobre el agua y la conflictividad social en Tenerife durante el Antiguo Régimen.
En definitiva, con esta pequeña biografia, nos hemos aproximado a la vida de un realejero que destacó en diversos ámbitos de la vida política, militar y económica del Antiguo Régimen, desapareciendo la huella de un individuo que, como tantos otros, el paso del tiempo va condenando al olvido.

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