Lorenzo Soriano
El protocolo indica que lo ideal es anunciar la decisión con un mínimo
de dos semanas de anticipación, pero hay posiciones en las cuales la carga de
trabajo puede demandar más tiempo. Foto: Especial
Entre los múltiples sinónimos del verbo renunciar, sacrificar, privar,
resignar o desprender, son los más significativos. Cuando no se puede costear
un sistema, modo o ritmo de vida, hay que optar entre dos vías. Conseguir más
capacidad o renunciar a gastar emolumentos empezando por los más
superfluos. Ya nos han explicado que la
vida que llevábamos en nuestro país era una vida por encima de nuestras
posibilidades, que este es un país “maqueta”, donde una gran parte de la actividad es “pretending” o simulada. Si
quieren algún ejemplo, los eres y cursos de Andalucía que han consumido casi
cuatro mil millones de euros, y todo era ficticio menos el latrocinio y sus
beneficiarios. Las obras públicas engordadas hasta dos y tres veces que
generaban esos millones que se le encuentran en Suiza a los tesoreros y altos
cargos políticos. Son algo que ayudara a comprender lo que escribo. La
corrupción total anega y cuadruplica la tan subida y bajada economía “sumergida”.
Y se habla a regañadientes y no se persigue con fiereza, como al contribuyente
productivo. Pero sin embargo, la corrupción, es únicamente
Institucional, por mucho que nos quieran hacer creer que es tan ladrón el que
da como el que toma. No, el que da, de grado o a la fuerza, no firma ni
adjudica, ni sentencia, es un dato para que reflexionen. La mayoría del gasto
autonómico es ficticio y por supuesto improductivo. La mayor parte del gasto
público, exceptuando el disminuido gasto social, es en gastos corrientes, o lo que es lo mismo en
sueldos, salarios, dietas , atenciones y canonjías reservadas a la burocracia
política y funcionarial.
Aquí amigos, nadie quiere renunciar a nada. Unos nos cuentan la
batallita de que son “derechos adquiridos”. Y yo pregunto, ¿por quién? ¿Es que
los derechos exceptuando los más básicos constitucionales, se heredan como los
títulos nobiliarios? ¿Y los que no los disfrutan, que hacemos con ellos? Los
derechos, insisto, los tienen que ganar cada generación los suyos, y será los
que se puedan permitir, la nación y la actividad. Y los derechos, excepto los
ya mencionados básicos, y a veces también, se pueden perder si no hay actividad
que genere recursos para
sostenerlos.
Es tan de cajón que asusta por no emplear otra expresión más adecuada
pero menos elegante. Estamos acostumbrados a que “tenga que haber”. Y a veces,
muchas veces, no hay, y endeudarse por decenas de lustros no es la solución. Siempre habrá
alguien con recursos ilimitados y sin posibilidad de rentabilizarlo, que quiera
prestar, y caer en eso es un disparate que destroza la sostenibilidad al
legarle a nuestro hijos deudas impagables por nuestras nefastas gestiones de
los recursos. ¿Verdad que está claro? Pero ¿saben lo peor? Sí, hay peor. Es que
a diferencia de los ciudadanos, que al final, enfrentados a la realidad que
aplasta y duele, son capaces de restringir, cambiar ciclo y ahorrar, el Estado
no sabe, no puede, no quiere y cree que no debe, renunciar a nada.
Y ahí está la cuestión clave y la respuesta al porque estamos con más
de seis millones reales de parados, y con las empresas cerradas, sectores
destruidos y actividades comerciales laminadas. Nuestra endémica crisis. Que esta creada por la clase
política-funcionarial, y ahí, todos los del arco parlamentario están de acuerdo
en no hacerse daño. Que les digo, supongo que como yo, será muy poco lo que les
quede por renunciar. Pero hay muchos ciudadanos que se resisten con fiereza y
la Política en general que esta deshumanizada y solo cree en lo que a ella le
beneficia. Renunciemos a nuestros políticos mediocres y confabulados para
mentirnos y propiciar nuestra ruina.
A reflexionar.
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