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sábado, 21 de junio de 2014

RENUNCIAS

Lorenzo Soriano

El protocolo indica que lo ideal es anunciar la decisión con un mínimo de dos semanas de anticipación, pero hay posiciones en las cuales la carga de trabajo puede demandar más tiempo. Foto: Especial

Entre los múltiples sinónimos del verbo renunciar, sacrificar, privar, resignar o desprender, son los más significativos. Cuando no se puede costear un sistema, modo o ritmo de vida, hay que optar entre dos vías. Conseguir más capacidad o renunciar a gastar emolumentos empezando por los más superfluos.  Ya nos han explicado que la vida que llevábamos en nuestro país era una vida por encima de nuestras posibilidades, que este es un país “maqueta”, donde una gran parte de  la actividad es “pretending” o simulada. Si quieren algún ejemplo, los eres y cursos de Andalucía que han consumido casi cuatro mil millones de euros, y todo era ficticio menos el latrocinio y sus beneficiarios. Las obras públicas engordadas hasta dos y tres veces que generaban esos millones que se le encuentran en Suiza a los tesoreros y altos cargos políticos. Son algo que ayudara a comprender lo que escribo. La corrupción total anega y cuadruplica la tan subida y bajada economía “sumergida”. Y se habla a regañadientes y no se persigue con fiereza, como al contribuyente productivo.  Pero  sin embargo, la corrupción, es únicamente Institucional, por mucho que nos quieran hacer creer que es tan ladrón el que da como el que toma. No, el que da, de grado o a la fuerza, no firma ni adjudica, ni sentencia, es un dato para que reflexionen. La mayoría del gasto autonómico es ficticio y por supuesto improductivo. La mayor parte del gasto público, exceptuando el disminuido gasto social, es  en gastos corrientes, o lo que es lo mismo en sueldos, salarios, dietas , atenciones y canonjías reservadas a la burocracia política y funcionarial. 
                                                                                                                
Aquí amigos, nadie quiere renunciar a nada. Unos nos cuentan la batallita de que son “derechos adquiridos”. Y yo pregunto, ¿por quién? ¿Es que los derechos exceptuando los más básicos constitucionales, se heredan como los títulos nobiliarios? ¿Y los que no los disfrutan, que hacemos con ellos? Los derechos, insisto, los tienen que ganar cada generación los suyos, y será los que se puedan permitir, la nación y la actividad. Y los derechos, excepto los ya mencionados básicos, y a veces también, se pueden perder si no hay actividad que genere recursos  para sostenerlos.       

Es tan de cajón que asusta por no emplear otra expresión más adecuada pero menos elegante. Estamos acostumbrados a que “tenga que haber”. Y a veces, muchas veces, no hay, y endeudarse por decenas de  lustros no es la solución. Siempre habrá alguien con recursos ilimitados y sin posibilidad de rentabilizarlo, que quiera prestar, y caer en eso es un disparate que destroza la sostenibilidad al legarle a nuestro hijos deudas impagables por nuestras nefastas gestiones de los recursos. ¿Verdad que está claro? Pero ¿saben lo peor? Sí, hay peor. Es que a diferencia de los ciudadanos, que al final, enfrentados a la realidad que aplasta y duele, son capaces de restringir, cambiar ciclo y ahorrar, el Estado no sabe, no puede, no quiere y cree que no debe, renunciar a nada.

Y ahí está la cuestión clave y la respuesta al porque estamos con más de seis millones reales de parados, y con las empresas cerradas, sectores destruidos y actividades comerciales laminadas. Nuestra endémica crisis.  Que esta creada por la clase política-funcionarial, y ahí, todos los del arco parlamentario están de acuerdo en no hacerse daño. Que les digo, supongo que como yo, será muy poco lo que les quede por renunciar. Pero hay muchos ciudadanos que se resisten con fiereza y la Política en general que esta deshumanizada y solo cree en lo que a ella le beneficia. Renunciemos a nuestros políticos mediocres y confabulados para mentirnos y propiciar nuestra ruina.      
                     

A reflexionar.

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