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sábado, 21 de junio de 2014

ADIÓS A LA MANCOMUNIDAD

Salvador García Llanos

Hay que entonar el adiós a la Mancomunidad del Valle de La Orotava. Se pierde en la noche de los tiempos políticos. Fenece con una inevitable sombra de ineficacia y fracaso, bien es verdad que en una primera etapa -a mediados de los años sesenta del pasado siglo- pudo dar cobertura, con dignidad y decoro, a los fines para los que fue concebida: prestar servicios -desde el principio de la economía de costes- de atención sanitaria (casa de socorro, la equivalente a centro de salud con urgencias), de extinción de incendios y salvamento y tratamiento de residuos sólidos.

Pero la evolución de los municipios, la falta de voluntad política, la limitación de recursos y la carencia de una sólida cultura de lo que significaba mancomunar servicios fueron mermando las potencialidades de una entidad supramunicipal que, paradójicamente, en cuanto que se creía que con la nueva etapa democrática podía experimentar una revitalización, atravesó una muy seria crisis en los años ochenta al abandonarla Los Realejos, uno de los ayuntamientos fundadores e integrantes.

A posteriori, hubo intentos de reflotarla. Volvió Los Realejos y se incorporó Santa Úrsula. Las competencias fueron reasignadas. Había que actualizar estatutos para adaptarse a las modificaciones normativas. Desde el exterior se escucharon algunas voces que reivindicaban un papel más activo de la Mancomunidad. Pero seguía escaseando la voluntad política y faltaba impulso. Ni siquiera cuando los municipios que la componían llegaron a tener un gobierno del mismo color político hubo avances significativos.

El nuevo enfoque legislativo aplicado a la administración local es aprovechado ahora por los actuales responsables municipales para disolver la Mancomunidad del Valle de La Orotava, la entidad que servía de enganche para alguna aspiración política pero también de opción para afrontar problemas que se avecinaban entre el crecimiento imparable de ciudades y necesidades apremiantes de otras. La liquidan -hay que cumplir con la tramitación de estos casos- para estudiar la creación de un consorcio intermunicipal, se supone que con finalidades parecidas.

‘In articulo mortis’, ya se habla de más cobertura y de más posibilidades con arreglo a las competencias que establezca la Ley (aún en el Tribunal Constitucional, por cierto) y las que se decida asumir. “Una fórmula para impulsar proyectos conjuntos”, ha dicho el alcalde de Los Realejos, Manuel Domínguez, a la sazón el último presidente de la Mancomunidad. Bien: es la misma o parecida letra pero con otra música.


Decisión y gestión política, implicación clara y proactiva y aportación de recursos económico-financieros son los pilares sobre los que descansar cualquier acción futura. Eso significará enterrar también visiones estrechas y alicortas. Si no, simplemente habrá que registrar un cambio de denominación: Consorcio del Valle de La Orotava, en lugar de Mancomunidad.

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