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sábado, 28 de junio de 2014

EL UNIVERSO PORTILLO

Salvador García Llanos

El historiador del arte, Eduardo Zalba, fiel a su estilo, tiró de la madeja para acercarnos al universo Portillo, el gran desconocido. Y así, condensó en los cinco ámbitos de la exposición de la que es comisario, en un Instituto de Estudios Hispánicos de Canarios (IEHC) lleno casi a rebosar, aspectos de la obra de un aparejador tinerfeño que hay que situar en el vértice de la búsqueda de la modernidad arquitectónica para el Puerto de la Cruz.

Agustín Portillo (1907-1960), nacido en Santa Cruz de Tenerife, estuvo vinculado a la localidad norteña desde 1931, año en que ingresó como aparejador municipal interino, ganando mil pesetas anuales. Tomó posesión ante el alcalde de entonces, Florencio Sosa Acevedo. Dos años después, obtuvo la plaza en propiedad.

Portillo había finalizado sus estudios de aparejador en la ETSAM de Madrid en 1930. Cuando comienza a trabajar en el Puerto de la Cruz, éste aún era ajeno al boom turístico. Casó en la Peña de Francia, con María Luisa González González, vinculada a la propiedad del hotel Marquesa. En 1941 se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria. Tenía 53 años cuando falleció.

Eduardo Zalba glosó algunos perfiles de la obra de Portillo, sus propuestas vanguardistas, su limpieza ornamentativa y el racionalismo aportado por los tracistas. Ese era el universo Portillo, plasmado en proyectos como la pavimentación de la calle Valois y la Calzada de Las Cabezas; la modificación de rasantes de las calles que rodean la plaza del Charco y de la alineación del paseo San Telmo, tan de actualidad a lo largo de los últimos meses.

Agustín Portillo, que fue colaborador del arquitecto José Blasco Robles, se dedicó a las tareas que entonces, con todas las limitaciones y sin muchos recursos, tenían a su cargo los ayuntamientos: trabajos de alineaciones, derribos, protecciones, saneamiento y alcantarillado.

La exposición está dividida en cinco ámbitos: uno, dedicado a proyectos de viviendas domésticas en calles céntricas; otro, con los trabajos que realizó al frente de la oficina técnica municipal; uno tercero centrado en la arquitectura para el ocio; otro con datos biográficos y fotos y el quinto, una vitrina, con documentos, certificaciones e instrumentos de trabajo, donados por la familia al Colegio de Aparejadores de Gran Canaria y cedidos al IEHC para esta exposición.
Era el primer acto público dedicado a la memoria de Portillo. El valor de la exposición es el descubrimiento de un técnico al que se puede considerar un precursor del trazado urbanístico del Puerto de la Cruz. Gracias a la inquietud y a la búsqueda incesante de Eduardo Zalba, los portuenses ya disponemos de otro elemento para el conocimiento de la historia local, tal es así que este primer paso -dado con una dignidad encomiable y autofinanciándose con recursos muy modestos- invita a futuras aportaciones. El propio Zalba envió mensaje a las autoridades locales presentes y ausentes: que tengan presente el nombre de Agustín Portillo cuando se trate de rotular una vía del municipio.


Con el testimonio emocionado de su hijo y otros familiares presentes en el acto, la interpretación musical de Carmen Elena Vera (flauta) y Tomás Estévez (clarinete), de la asociación ‘Reyes Bartlet’, fue el complemento elegante a un verdadero descubrimiento: el universo Portillo.

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