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sábado, 7 de junio de 2014

OSCUROS HORIZONTES FUTBOLÍSTICOS

Salvador García Llanos

Entre los reveses deportivos locales recientes, hay que consignar el descenso, de Preferente a Primera categoría, del C.D. Puerto Cruz. Como otras muchas cosas, ha pasado casi inadvertido del todo. Es tan escaso el interés dedicado al fútbol regional y al desarrollo balompédico local que tampoco es cuestión de extrañarse demasiado. El descenso viene agravado porque el filial juvenil, durante muchos años militando en la División de Honor, también perdió la categoría; y porque pocas fechas antes de terminar la competición, el club se quedaba sin dirección al dimitir el presidente y su junta. O sea, una hecatombe deportiva en todos los órdenes, una crisis de  calado en lo deportivo y en lo institucional.

No es el primer descenso del C.D. Puerto Cruz, cierto. Pero tampoco es cuestión de acostumbrarse. La pena es la historia. Pero de ella, se comprueba una vez más, no se vive. Hablaremos del célebre encuentro con el Juventud Silense, del “Seis de copas”, del “pequeño Real Madrid”, de la Liga Regional, de goles inolvidables, de grandes jugadores, de atinados dirigentes y de entrenadores que dejaron huella, de El Peñón abarrotado, con tierra y con césped, natural y artificial…

Pero no hablamos del futuro, de un proyecto, de un planteamiento con una mínima seriedad para rescatar aficionados y para forjar un equipo con valores, que se sienta respaldado. Como tantas otras cosas, los portuenses vemos ante nuestros propios ojos cómo se pierden los hechos y las cosas que cultivamos y gozamos durante tantos años. Hechos y cosas con las que nos identificamos y convivimos. No hacemos nada ni para procurar que la suerte deportiva nos sonría. Porque el deporte es así, ganar y perder, subir, crecer o bajar de categoría; pero cuando predomina el abandono, cuando falta la ilusión elemental y cuando no hay elementos para reaccionar, es que el terreno está abonado para un fracaso, para una decepción, para un decremento generalizado…

El fútbol portuense, otrora admirado, atraviesa su peor etapa, sin duda. Se queda huérfano, sin apoyos. Lástima de tantos jugadores que componen las categorías de base, prolíficas y llenas de futbolistas y equipos dotados de un alto nivel competitivo. Sin exagerar: ¿qué equipo portuense de esas categorías no ha sido campeón?

Sin embargo, ya ven. Se van a otras latitudes, prosiguen sus trayectorias en otras localidades. Es natural que padres y mentores se alejen de los núcleos donde se forjaron.


Triste y doloroso, pero el futuro futbolístico local es muy oscuro. Sin dirigentes, sin proyecto, sin estructura sólida es difícil avanzar. Qué pena.

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