Teresa del Bosq
Venía con larva
la trencilla roja de mi cuerpo
para que aprendiera a decapitar
los puñales de mi sangre
La oscuridad me calzó su nombre
y el fierro del sistema, un número
El universo me condenó
al silencio de mi lucha
hasta romper el hilo sucio
de aquella raíz
Me quedé sin pertenencia
al aire
al humus
a la pestilencia de la carne
Me fui pareciendo a la fealdad
de mi nombre
a la vulnerabilidad
de mi número
Me encerré
en la casa gris de mi sombra
y mudé las telarañas de ayeres
mudé mis seis letras
mis nueve dígitos
Quedó desnuda de voluntades ajenas
mi
rareza.
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