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lunes, 27 de septiembre de 2021

IGLESIA DE SAN FRANCISCO Y HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

José Peraza Hernández

En fecha reciente estuve en esta Villa de La Orotava, concretamente en el interior del antiguo convento de San Lorenzo, fundado por Bartolomé Benítez de Lugo a comienzos del siglo XVI y conocido como “el Escorial de Canarias”.

Un edificio que hoy día está haciendo diversas funciones. Lo he observado muy bien y está muy conservado en todos sus aspectos. Hoy día tiene la función de Cripta.

En 1801 fue destruido por un incendio, siendo reconstruido sin el esplendor de la antigua fábrica. Para ello se reutilizaron algunos elementos del desaparecido convento, como el pórtico de entrada, el alzado de galerías en torno al patio y la escalera de acceso a la clausura. Por su parte, la iglesia quedó singularizada por una portada de cantería de estilo Barroco.

Tras convertirse en propiedad estatal con la desamortización, en 1848, se trasladó hasta aquí el Hospital desde el Llano de San Sebastián.

Iglesia de San Francisco.

Los franciscanos de La Orotava tuvieron cómo principal imagen la de Nuestra Señora de la Caridad, cuya escultura llegó desde Sevilla al antiguo convento durante el primer tercio del siglo XVII y sobrevivió al gran incendio que acabó con el Convento de San Lorenzo. La gran devoción hacia esta imagen proviene de un milagro ocurrido aquí, que la Iglesia Católica certificó en 1632.

Según el relato del padre rector de la orden, Juan Mireles, se apagó de pronto la luz de la lámpara de aceite que alumbraba a la imagen. De repente, y antes de que los frailes procedieran a reponer el aceite para prender de nuevo la lámpara, ésta se encendió por sí misma con una enorme llamarada y a la vez comenzó a brotar aceite del recipiente. Ante tal suceso y tras el repique de campanas de rigor que anunciaba el prodigio, se congregaron en el templo medio millar de personas entre las que se repartió el aceite milagroso. Desde entonces, al aceite de la lámpara de la Virgen de la Caridad se le atribuyen propiedades curativas, y se reparte cada año durante la festividad de la Virgen el 5 de agosto.

Que un convento contase con un milagro certificado por la Iglesia suponía una ventaja frente a otros conventos, más financiación y más fieles.

Tanto la lámpara como la talla de la Virgen siguen dentro de la iglesia. Si te acercas, observarás que es una imagen de la Escuela Andaluza de madera policromada, con un sutil gesto melancólico. Sus manos presentan la característica rigidez de las imágenes realizadas a comienzos del siglo XVII. En la mano izquierda sujeta al niño Jesús, de factura menos delicada que la de la Virgen, lo que ha generado la hipótesis de que fuera tallado por un autor diferente.

Nos queda solo un poco más por subir en esta ruta. Sigamos calle arriba siguiendo el recorrido de la calle adoquinada hasta la esquina de Doctor Domingo González García con la calle Salazar. Nos adentraremos en la historia del aprovechamiento del agua en La Orotava.

Una de las cosas que me sorprendió fue un trabajo de artesanía, de las columnas de madera de tea. Las que mantienen el peso de la parte superior. Esa pila central de piedra al centro del patio, una cuerda, la que se encontraba enganchada a una campana, y al final de la cuerda se encontraba un mango de madera para avisar a las superiores.

En cuanto al  abandono de un bebé en las puertas del convento, eran frecuentes, debido a esos años, cómo diversas épocas.

Las monjas del convento de María Inmaculada, en su portalón de entrada, ubicado hacía la calle, donde llegaron a encontrar algún bebé de sólo tres días, que había sido abandonado en dicha puerta. Y para que no lo dejaran fuera, instalaron en la misma puerta una especie de cajón o como cunita, giratoria, con sus matitas y almohada, para que estuviese más seguro.

Según se decía, y por los datos que han trascendido, eran abandonados junto a una nota, posiblemente de la madre, dando explicaciones sobre el abandono de la niña o niño. Alegaba que no tenía recursos y que esto le motivó a dejar a la pequeña al cuidado de las monjas.

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