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sábado, 29 de octubre de 2016

EL INVENTO DE ATI

Evaristo Fuentes Melián

Cuando se me aparece en la pantalla de TV Ana Oramas, me percato de que ella está sola como la una en el panorama de la política nacional de España y olé. Y me acuerdo del invento que fue ATI, conformada con mayoría de franquistas, algunos de ellos recalcitrantes e irredentos, a quienes se les ocurrió la feliz idea de inventarse.  ATI es (fue) el embrión de un nacionalismo canario totalmente descafeinado, al ciento por ciento, con el ingrediente añadido de censurar, sí pero no, hasta hoy en día del año 2016, la bandera de las siete estrellas, que solamente se deja ver en romerías y por pandillas beodas de jovenzuelos protestones y algunos vejetes que cuando jóvenes habían huido de  la Policía Nacional—entonces denominada Policía Armada, con el apodo de Los Grises—en las reiteradas huelgas de las guaguas, por las calles de La Laguna, ciudad universitaria.

Cuando veo—digo—a Ana Oramas, con su tic discursivo anodino y reiterativo con la letanía de Canarias, la pobrecita, territorio lejano y fragmentado, se me saltan las lágrimas, más aún cuando comparo su perorata ansiolítica (digo analítica) con el discurso bien sintetizado de otros defensores de su autodeterminación, sean vascos, sean catalanes o sus adláteres, sean de un fantasmagórico Chipude, sean de un utópico edén paradisiaco sito entre nubes de seda llamado San Borondón. Todos ellos—los reales y los imaginados—poseedores de una preparación intelectual eficaz y un modo de actuar coherente con un nacionalismo izquierdista verdadero.


Espectador

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