Salvador García Llanos
“Fíjate tú”, titula Imeldo Bello su exposición en la sala ‘Fleming 4’
del portuense barrio de Punta Brava, inaugurada con gran éxito de público. Son
los frutos de distintas épocas de trabajo, “realizado, como siempre, en mi
necesaria soledad”, dice el autor.
En la colección se desgranan
acrílicos, óleos, tinta china… la técnica mixta con la que Bello da a vida a
paisajes, marinas, retratos, ‘Teides’, erotismo, ‘paterística’ que acreditan
los afanes de un pintor rebelde, inconformista, incesante buscador de
sensaciones y experiencias con mezclas y tonalidades que significan el viaje a
cualquier parte que no sea el encasillamiento.
Es como si Imeldo Bello hubiera querido rescatar su obra perdida,
amontonada en rincones de talleres o estancias plagadas de arte disperso y
desordenado. O quizá, más sencillo, le mueve el ánimo de popularizar su
quehacer (el cuadro más caro cuesta setenta euros) y acercarlo a esa infinidad
de amigos que se rinden a sus peculiaridades, a quienes cautivó con sencillas
explicaciones sobre lo que en realidad quiso hacer.
En las paredes de ‘Fleming 4’ -Punta Brava no iba a ser solo noticia
por el hundimiento parcial de una de sus calles- cuelgan centenares de cuadros
de distintos tamaños, la obra multicolor, poco convencional, de un Imeldo Bello
que desnuda así su soledad creadora pero sin afán comparativo. En el fondo, hay
un cierto hilo de continuidad en alguna de las temáticas escogidas.
El pintor habla del “placer que me da el jugar creando” y que antepone
al valor del tiempo empleado con sus técnicas. Por un lado, es el Imeldo de
siempre, osado, experimentalista, onírico, transgresor... Y por otro, el
rendido a la contemplación de paisajes idílicos, de oleajes infinitos, el
expresionista calmado, el naturalista generoso que hace llamamientos a la
preservación.
“Fíjate tú” pone el acento en la atención reconcentrada que el artista
reclama para que, en el fondo, descubramos su grito rebelde.
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