Evaristo Fuentes Melián
Uno.- La pobreza del pueblo español en la posguerra de 1936 se evidencia en una película que he revisado recientemente. En una de las secuencias se ve que los soldados de un cuartel sacan del recinto cuartelero y se ponen a despachar con un cucharon la sopa o el rancho que a ellos les había sobrado. Se forma enseguida, digamos que por instinto básico, una cola de gente para recibir el caritativo alimento. El hambre de posguerra en las clases populares era evidente.
Dos.- En otra secuencia de la misma película, se ve un camión cargado de sacos de cincuenta a cien kilos, de productos comestibles (maíz, trigo, patatas, etc.). Y en una empinada cuesta, el camión aminora forzosamente la marcha; y es entonces cuando un grupo de fulanos corren por detrás del vehículo y se van subiendo y sustrayendo subrepticiamente uno a uno todos los sacos que pueden, dejándolos en la cuneta, para luego traer otro vehículo y llevárselos a distinto destino. Eso se llama ingenio consecuente con la hambruna en la máxima expresión.
Tres.- Los ataque
verbales de hombres a mujeres, vulgo machismo, estaban a la orden del día, y
algunas de ellas recibía hasta algún
cachetón. Si lo vieran las feministas de ahora, se pondrían en un plan de
defensa con manifestaciones callejeras pidiendo la cabeza de aquéllos
energúmenos.
Uno de los varones machote le lanza a la primera mujer que pasa, este tan escueto como insinuante piropo:
“¿Te acompaño?”
Y a mujer se defiende ingeniosamente con una negativa de esta guisa:
“¡Sé ir sola!”
Cuatro.- En los ventorrillos de aquella época, tinglados instalados con cuatro sábanas en las fiestas mayores de nuestros pueblos, se hizo realidad aquel viejo refrán de darte gato por liebre, aunque en vez de liebre te daban gato por conejo. Eso, era patente y palpable en los ventorrillos de las fiestas de mi pueblo, cuyo nombre prefiero no mencionar…
Y cinco.- El Auditorio de Calatrava en Oviedo capital, lo llaman ‘El Centollo’. Esta monstruosidad urbanística es una aberración que, encima, tuvo fallos estructurales en su construcción con desprendimientos de losas hormigonadas que causaron accidentes aunque no mortales. Este modo de 'calatravismo', lo llamaron también como un autodefinido ‘pormishuevismo’…
‘El Centollo’ permanece cerrado actualmente, carente de toda actividad cultural.
Espectador
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