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viernes, 8 de febrero de 2019

RASTRILLAR LAS CALLES


Evaristo Fuentes Melián

Ahora que se acerca la Semana Santa, bueno será recordar los tiempos pasados en que se quitaban las hierbas de las empedradas y empinadas calles de La Orotava, para que no resbalaran los costaleros que cargaban las procesiones. 

Tengo un testimonio de Facebook y el mío propio.

El que recibo de Facebook dice que “con unos ganchos quitábamos la hierba de las calles para las procesiones de Semana Santa y los dueños de las casas nos pagaban algo. Los ricos de la Calle La Hoya al final nos daban un plátano a cada uno y arreando” ….

En mi experiencia infantil y de adolescente, de peatón viandante, yo lo recuerdo perfectamente: rastrillar era quitar la hierba resbaladiza con el rastrillo, obviamente. Los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, veía bajar por la calle, a los rastrilladores, siempre creí que eran obreros voluntarios, pagados de alguna forma por el ayuntamiento.

La calle más empinada era la calle del León, por donde subía o bajaba-- en años alternos (como decía el refrán: “años pares, por la calle de Los Canales; años nones, por la calle de Los Tostones”) -- la procesión del Señor Muerto, la tarde del Viernes Santo. La Ceremonia de Descendimiento, dentro del templo, se realiza con una imagen estatua del Crucificado al que se le pliegan los brazos, hasta quedar en posición mortuoria. Se realiza (o al menos se realizaba en mis tiempos de adolescente) cada cinco años, los años terminados en cero o en cinco.

Espectador

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