Traviesa brisa de
invierno que de mis estaciones azuzas la ceniza, estornudando su empolvado
sueño el giboso girasol.
Ha bruñido hoy
su sideral espejo mi
pupila que descubre
picaresca la melena de la luna
enredada en el rejuvenecido ramaje
de junio. Un torrente de fuego ha quemado mi pecho,
tanto, que por comarca cerril se fueron a vivir mis
días, es decir, a revivir su
expiración
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