BCE, CUANDO LO PÚBLICO SIRVE
A INTERESES PRIVADOS
Odalysp Padrón
Europa tiene una larga
tradición democrática. Atenas, en los siglos VII al V a.C., evolucionó desde
una oligarquía, gobierno de unos pocos, hacia una democracia, gobierno del
pueblo. Este logro estuvo propiciado por el pueblo a través de innumerables
rebeliones populares. No era una democracia plena, ya que se mantuvo la
esclavitud y a las mujeres no les estaba permitido participar en política, pero
era un comienzo. La democracia renació durante la Ilustración, en el siglo
XVIII, con la fundamentación de la democracia representativa.
Para Espinosa, el filósofo de
Ámsterdam, el mantenimiento, aseguramiento y garantía de los derechos de las
personas es la causa principal de la creación del Estado. Defendió el derecho
de la conciencia individual a pensar y expresarse libremente. Según Espinosa la
democracia es el gobierno más natural, por ser el más cercano a la libertad que
la naturaleza concede a todos. Su coetáneo, el británico Locke, abogó por el
principio de la división y separación de poderes como único modo de frenar al
poder en el Estado y garantizar así la libertad. La garantía de derechos
inherentes a la personalidad, como la vida, la libertad, la propiedad y el
derecho a la reparación en caso de ofensa o daño, están en el contrato social
por el que cedemos partes de nuestros derechos para conferirlos a la
organización política de la sociedad: el Estado.
El francés Montesquieu
también estableció la división de poderes como el marco institucional adecuado
para posibilitar la existencia y el mantenimiento de la libertad que no puede
dejarse al albur de que el pueblo, o su gobierno, esté conformado por personas
más o menos virtuosas y bienintencionadas. Si así fuera, será un plus, un
añadido, que sin duda contribuiría a favorecer el desarrollo y consolidación de
la libertad que debe quedar salvaguardada por encima del azar, por encima de
las virtudes que posean los hombres que constituyan el gobierno de un país en
cada momento. La libertad debe estar institucionalmente protegida incluso, y
especialmente, en el caso de que los gobernantes sean malvados, o en el caso de
que el pueblo esté corrompido.
Y con estos antecedentes
asistimos estupefactos, hastiados e indignados al lamentable espectáculo de las
antidemocráticas instituciones que conforman la Unión Europea. Instituciones,
que, en su mayoría, representan los intereses de las grandes empresas
financieras despreciando los intereses de la ciudadanía. Algunos ejemplos de
estas instituciones serían el Banco Central Europeo, la Comisión Europea, El
Consejo Europeo e incluso el Parlamento Europeo. ¿Cómo pueden hablar de
democracia cuando intentan imponernos el TTIP, Tratado Transatlántico de
Comercio e Inversiones, sin facilitarnos toda la información? Prácticas represivas
y abusivas que creíamos haber desterrado.
Un TTIP que favorece a las
grandes empresas y que posibilitará la pérdida masiva de derechos que tanto
esfuerzo, lágrimas y sangre ha costado consolidar y que ahora quieren
arrebatarnos con alevosía y sin anestesia. Pretenden rebajar los estándares
alimentarios (ver Ostracismo del TTIP en el Pacto de Gobierno), acabar con los
derechos de la ciudadanía (ver El TTIP, una pérdida de derechos), doblegar a
los gobiernos limitando su capacidad legisladora (ver Mutis por el TTIP en la
investidura) y como colofón Greenpeace Holanda nos advierte de la presión que
está haciendo EE.UU. para eliminar la cláusula, que Europa tiene en vigor, para
impedir que ningún artículo salga al mercado sin previamente haber demostrado
que no es dañino, los americanos pretenden imponer el principio de
comercialización, o sea, que salga el producto al mercado y luego ya se verá si
es dañino.
Cada día más datos corroboran
que la UE se ha creado por y para favorecer a las élites financieras. Lo
confirman noticias como las que tímidamente han aparecido en algún medio de
comunicación donde se ha desvelado que el Banco Central Europeo (BCE) ha
repartido 470 millones de ayudas públicas a Telefónica, Iberdrola y Repsol.
También han recibido ayudas otras empresas como Gas Natural, Red Eléctrica,
Enagás, Abértis, Maphre, Redexis, Siemens, Renault o Anheuser-Busch. Mientras
las élites financieras son favorecidas por el BCE los Estados miembros, por el
artículo 104 del Tratado de Maastricht y el artículo 123 del Tratado de
Funcionamiento de la Unión Europea, no pueden ser financiados directamente por
el Banco Central Europeo pagando a la banca privada, en concepto de intereses,
más de 350.000 millones de euros anuales. Hay economistas que demuestran que si
el Estado español desde 1989 se hubiera financiado a un interés del 1% por un
Banco Central el peso de la deuda pública española sería ahora del 15% del PIB
y no del 100% actual.
La conclusión es clara el BCE
financia a las grandes empresas mientras prohíbe financiación directa a los
Estados y a las administraciones públicas alegando que los políticos
despilfarrarían a manos llenas porque podrían endeudar todavía más a sus ciudadanos
y avanzarían sin freno hacia una suspensión de pagos con efectos multiplicados
frente a los que podrían tener ahora mismo. Curioso, no se fían de los
políticos, en algunos casos lo podría entender, pero sí confían en los
directivos de las grandes empresas que según una encuesta realizada por la
consultora EY (antigua Ernest & Young) el 70% de los directivos considera
“habitual” el soborno y la corrupción, estimándola una práctica usual para
generar beneficios. Además dicha encuesta desvela que el 56% de los directivos
consultados reconoce la existencia de “maquillaje” en la información financiera
de las grandes empresas. Por ello no es de extrañar titulares como el publicado
en 2013 “Corrupción IBEX. Dos directivos de Acciona trincan 50 millones de euros
en una obra de Zaragoza”.
Esta “filosofía” empresarial
no debe resultar desconocida para el Presidente del BCE, Mario Draghi. Siendo
Vicepresidente para Europa de Goldman Sachs, una de las empresas implicadas en
la crisis financiera por su relación con la hipotecas basura y la venta de
productos ligadas a ellas, se le relaciona con las falsificaciones de la
contabilidad de Grecia ocultando datos sobre el déficit y la deuda lo que
permitió a Grecia entrar en el euro y al banco estadounidense llevarse un botín
de 600 millones de euros. Dado el historial del Presidente del BCE no sorprende
que afirmara que la retirada de los billetes de 500 euros es por ser
instrumentos para actividades delictivas y quizás éste no sea el verdadero
motivo. Inspectores de Hacienda creen que esta medida no frenará el fraude ni
el blanqueo de capitales. Podría tener relación, como apuntan algunos
periodistas económicos, con los tipos de interés negativos que están comenzando
a verse y que pudieran persuadir a muchos ciudadanos a sacar su dinero del
banco y guardarlo en efectivo con el propósito de proteger sus ahorros. Esto
añadiría presión a las entidades financieras y la eliminación de los billetes
de 500 dificultaría esta opción por razones de espacio. Como ya dijimos,
favorecer a las élites financieras perjudicando a la clase trabajadora. Lo
público al servicio de lo privado.
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