Lorenzo
Soriano
“En
España de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa.”
Esta genial frase de Unamuno ilustra mucho el paisanaje del solar
patrio.
Es un
hecho cierto y hasta nuestros estúpidos gobernantes que no solo lo saben sino
que lo practican, lo usan como arma arrojadiza para seguir en el poder. Todos
los pueblos tienen su “bicha”, su odio larvado, su filia incongruente e incondicional y su
paralela fobia. Pero es que en este país de pandereta, sangría y corrupción,
somos extremados. Es un símbolo nacional el Trapo rojo. Trapo rojo excitante
que el torero agita delante del toro para que embista a gusto excitado por el
color y el movimiento hacia donde le espera el vacio o la muerte. Pero el noble
bestiajo, arremete una y otra vez sin remedio. Somos igualitos, calcados,
gemelares. Lo primero es el “Jurgo”. Aquí
el País está dividido entre los dos grandes y además está el propio de
las distintas ligas y torneos. Si se incluyen los internacionales, prácticamente
se agita futbol cada semana del año, pero especialmente cuando se necesita
desviar la atención ciudadana de cualquier asunto incomodo para los gobiernos
de cualquier tipo. Pero elevando el tiro cuando nos dejamos la bilis babeada
encima de lo que huela a Bancos y antiguas Cajas, violadores de todos nuestros
derechos y sensibilidades ciudadanas, embestimos al trapo rojo también sin
mirar al impulsor; como cuando creemos que el petróleo es de los productores y
que son ellos los que fijan los precios y no desde las ventanitas de los rascacielos
de NY o de Rotterdam. Pues no, nada es lo que parece aunque sea más que
evidente. Si los Bancos, las eléctricas, las petroleras, las gasistas, las
autopistas, telefonía, muelles, aeropuertos,
y todo lo que se menea hacen lo que hacen, despellejándonos y
silenciando que más de la mitad de lo que nos cobran son cargos gubernamentales
incluidos en sus abominables oligopolistas facturas, es porque pueden. Porque
les dejan hacerlo, les consienten e incluso llegaría a decir que les obligan. Y
luego claro, esos “favores”… se devuelven también a nuestra costilla. Los
Gobiernos consentidores, no solo no nos protegen de los estafadores sino que
son ellos los mayores delincuentes. Europa nos lo dice…ahora, a buenas horas,
cuando ya no quedan más que telarañas en las reservas, la deuda creada por la
corrupta casta es impagable y los
parados reales, autónomos y demás no apuntables alcanzan casi los 7
millones. Con el boletín oficial, las agencias
tributarias confiscadoras y los tribunales contaminados como armas de
destrucción masiva, pueden hacer de una democracia la más perversa de las
dictaduras en muchos aspectos. Que no
nos insulten, que no nos agiten trapos rojos, que muchos saben y otros intuimos
lo que hay detrás.
A
reflexionar.
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