Hay que rehuir de toda tentación triunfalista con datos de
ocupación turística en el Puerto de la Cruz dados a conocer recientemente por
el Cabildo Insular. No es querer agriar los registros positivos, de verdad;
sino analizar con el máximo realismo las causas de esa evolución con el fin de
desmenuzar las acciones que se llevan a cabo para lograr su sostenibilidad.
Si las pernoctaciones aumentaron en 2013 un 3,2%, es que han
venido más turistas. Y en efecto, éstos subieron un 6%.Ello significa un
incremento de ingresos hoteleros de casi el 14%, mientras que los
extrahoteleros aumentaron un 10,8%, compensando de esa manera la disminución
advertida en los primeros meses del año.
Ciertamente, los números son interesantísimos en tanto rompen,
además, una dinámica negativa o de estancamiento. Y sería muy bueno que las
instituciones y organismos implicados hicieran una interpretación apropiada, un
paso más allá de lo que inspiran una comparecencia pública para ganar un
titular favorable.
En realidad, se trata de contrastar si las iniciativas puestas
en marcha para la promoción del destino y la captación de clientes empiezan a
repercutir en los mercados y a estimular la oferta del Puerto de la Cruz. Quizá
aún sea tiempo insuficiente pero es imprescindible el seguimiento para
verificar el peso sustantivo de los avances y su necesaria continuidad. Por
ejemplo, hasta dónde están repercutiendo las actividades en el espacio público,
cuál es el grado de satisfacción con el que se marchan los visitantes y
espectadores. Es primordial disponer de esa información para saber si se pueden
promover otras o se podría disponer de un calendario anual coordinado que
constituyera, en sí mismo, un soporte promocional.
En cualquier caso, cabe congratularse: de que vengan más
turistas, de que aumenten las pernoctaciones, de que haya calles pobladas,
nutridas y ambientadas, de que el gasto promedio de estancia también haya
subido algo, de que el comercio parezca menos aletargado… Pero, sin lanzar
campanas al vuelo, conscientes de que aún queda mucho por hacer y mejorar
–especialmente desde el punto de vista actuaciones e inversiones públicas- y de
que es necesario perseverar en los programas ideados para comprobar que estos
porcentajes de 2013 responden ciertamente a los contenidos de aquéllos.
Lo más importante, acaso, es que el sector privado siga motivado
y convencido de que, o se moja y participa, o el futuro seguirá siendo
incierto.
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