Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

miércoles, 2 de diciembre de 2020

EL ÚLTIMO HUMANISTA CANARIO: DON JUAN BETHENCOURT ALFONSO (1847-1913)

José Melchor Hernández Castilla

El escritor y político Benito Pérez Armas (1871-1937) en su novela “La vida, juego de naipes” (1990), comenta: “El Dr. Bethencourt Alfonso es uno de los contados hombres ante quien yo me he rendido a la discreción. Desde pequeño, siempre que aparecía en mi casa, con aquel su semblante de gravedad, suavizado por una sonrisa bondadosa, con las floridas barbas luengas, los ojos avizores tras los cristales de los espejuelos, le tributé reverente admiración”.

Don Juan de Bethencourt  Alfonso nació en San Miguel de Abona en 1847, dentro de una familia acomodada. Obtuvo el título de bachiller en el Instituto provincial de segunda enseñanza de La Laguna, donde establecería amistad con la familia Pérez Galdós. En 1872, se licenció en Medicina y Cirugía en La Universidad Central de Madrid, y regresó a Santa Cruz de Tenerife para ejercer como médico cirujano. En 1874, contrajo matrimonio con Carmen Herrera González, estableciéndose en la Plaza de la Constitución nº 2, actual Plaza de la Candelaria, donde nacieron sus tres hijos. Además, tenía una casa en Los Cristianos, donde pasaba temporadas en verano.

Juan de Bethencourt Alfonso se especializó en enfermedades mentales, recogiendo historias de pacientes afectados de epilepsia. Desde 1879, aplicó y desarrolló la higiene y nuevas técnicas medio-sanitarias, así publicó en la Revista de Canarias un artículo denominado “La Higiene en Santa Cruz de Tenerife” y otro llamada “Observaciones. Una cuestión de Fisiología”: “Y ya que por nuestras desventuras duerme Canarias el pesado y no interrumpido sueño de la ignorancia (compañera de la falta de higiene), hasta el extremo de no tener derecho a figurar en los más humildes puestos entre los pueblos civilizados; ya que por desgracia no disfrutamos de las inmensas ventajas de la ilustración, procuremos no ignorar los medios de salir de nuestra situación vergonzosa y conquistar nuestra propia felicidad, trabajando por alcanzar la cultura indispensable al siglo XIX, copiando, por lo menos, con la rigurosa y sorprendente precisión con que copiamos las modas de París, a las naciones más civilizadas en sus prácticas higiénicas, y en sus disposiciones dirigidas al saneamiento y salubridad de los pueblos” (Juan Bethencourt Alfonso, 1879).

En 1879, fundaba la Academia Médico-Quirúrgica de Canarias, transformada en 1886 en Real Academia de Medicina del Distrito de Santa Cruz. Cambió su residencia 1893, estableciéndose en Arona con su familia, donde combatió la epidemia de cólera. En 1897, trabajó en el Hospital Civil Provincial de Nuestra Señora de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife. En junio de 1889, era vocal propietario de la Junta Municipal de Sanidad de Santa Cruz de Tenerife; y en 1904, médico municipal de Arona.

Era un hombre afable y servicial, querido por el pueblo, que casi nunca le cobraba sus honorarios a la gente más humilde.

Juan Bethencourt Alfonso fue uno de los fundadores del Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife en 1876, y del cual fue profesor. En la apertura del curso de 1878-1880, dejó algunas reflexiones a sus alumnos:   “Es muy común en nuestro país, por estar alejado y por no seguir el movimiento científico de esos grandes centros, donde la actividad intelectual realiza, con asombro del mundo, grandiosos y admirables descubrimientos, condenar, sin oír, toda idea nueva, toda innovación, partiendo del supuesto de que son antirreligiosas. En conducta de censurar, escudada en la ignorancia; de negar, sin procurar saber; de prejuzgar, no estudiando, ha tenido el triste privilegio de matar todo progreso científico en nuestra provincia, matando, a la vez, el fundamento de nuestra propia felicidad. No sigáis, pues, tan pernicioso ejemplo”.

En 1877, dentro del Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, se creó un Museo antropológico con el nombre de “Gabinete Científico”, que fue inaugurado en 1878, bajo la dirección de Juan de Bethencourt y Miguel Mafiotte La Roche como secretario, donde el estudio de la Antropología y Arqueología Prehistórica de Canarias era su principal objetivo.

Desde 1884, Juan de Bethencourt Alfonso se afanó en la investigación histórica, arqueológica y antropológica de Canarias, mediante el Museo llamado “Gabinete Científico”, realizando trabajos de campo en Tenerife, La Gomera, El Hierro y Fuerteventura fundamentalmente. Así, se recogieron, más de 500 cráneos, momias y distintos elementos aborígenes, como añepas y banots, gracias a los fondos donados por el Sr. Lebrun y Juan de la Puerta Canseco. 

Fue pionero con el uso de la tradición oral para investigar la historia, entre otros, entre pescadores, pastores y agricultores.

En su investigación del 22 de septiembre de 1885, en el lugar de Busaque, encontró una serie de armas de la Batalla de Acentejo, las cuales donó al “Gabinete Científico”: dos medios cascos o morriones, dos piezas pequeñas de hierro, una placa de brigantina para la defensa del cuerpo o espaldar de armadura, una llave de serpentina de arcabuz, media cantonera de arcabuz, una sierra con su argolla y cadena de una ballesta, una daga y una espada.       

Por otra parte, se le considera también como el fundador del folklore canario. Publicó en 1885 el “Proyecto de Cuestionario del folklore canario”, considerado el primer trabajo científico sobre la cultura de las islas.

En 1887, dentro del “Gabinete Científico” se creó el “Museo Antropológico y de Historia Natural”, que ya poseía 100 cráneos guanches y varias momias bien conservadas. En 1899, “Gabinete Científico” desapareció, con lo que se buscó otro lugar como Museo. Así, se instaló el Museo en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife en 1902; siendo director en 1904, Juan Bethencourt Alfonso, y recibiendo el nombre de “Museo Antropológico y de Ciencias; y, en 1909, se pudo contemplar en el mismo: 20 vasijas guanches, molinos de mano, cráneos de indígenas ofrecidos por el director, un proyectil y 7 fragmentos de balas inglesas caídos en 1797 en el recinto de Paso Alto y regalados por el comandante militar don José March y García. Dicha colección se traspasó al Museo Arqueológico insular en 1958.

En 1901-1902, confeccionó el trabajo “Costumbres populares canarias de nacimiento, matrimonio y muerte”, donde se recogían las respuestas de multitud de personas sobre las costumbres y medicina popular.

La mayor obra de Juan Bethencourt Alfonso, “Historia del pueblo guanche”, con 2.000 folios escritos a mano, terminada en 1911, se confeccionó con la ayuda de médicos e investigadores de todos los pueblos de las islas. El Primer tomo de la Historia del Pueblo guanche, “Su origen, caracteres etnológicos y lingüísticos”, se editó en 1991. El Segundo tomo, “Etnografía y organización socio-política en 1994; y el tercer tomo, “Conquista de las Islas Canarias, en 1997.

Juan Bethencourt Alfonso fallecía el 29 de agosto de 1913, en su casa de la Plaza de la Constitución nº 2, de Santa Cruz de Tenerife. El Periodista Leoncio Rodríguez redactó en la Portada de La Prensa, el siguiente artículo, con el título de “Muerte sentida”, con fecha 30 de agosto de 1913:

“Otra pérdida muy sensible y dolorosa, lamenta en estos momentos el país. D. Juan Béthencourt y Alfonso, fallecido en la mañana de ayer, era una de las personalidades más valiosas de Tenerife. Su vasta cultura, su desmedida afición por el estudio de las antigüedades y las costumbres canarias; el entusiasmo que sentía por las tradiciones y las glorias de la tierra, diéronle fama general en el archipiélago e hiciéronle acreedor al respeto, la simpatía y la veneración de todos. Retirado desde hace algún tiempo de la política, en la que descolló por su espíritu batallador y su vehemencia y acometividad para la lucha, ha desaparecido sin dejar esas irreductibles malquerencias y esas grandes odiosidades que suelen acompañar a los políticos hasta la tumba. D. Juan Béthencourt no deja enemigos en ninguna de las clases sociales ni entre sus compañeros de profesión. Ha muerto rodeado de la estimación de todos y con la aureola de un prestigio sólidamente conquistado. Hemos perdido una gran figura de la intelectualidad isleña; nuestro mejor cronista de antigüedades. La copiosa labor del señor Béthencourt ha sido truncada por el fatal acontecimiento que todos lamentamos. Deja sin terminar una obra lingüística, costumbres y psicología indígenas que es, según versiones de todos los que han tenido ocasión de leerla, un notabilísimo libro, con tal profusión de detalles, antecedentes e informes sobre la raza guanche, que constituye uno de los estudios etnográficos más completos que se han hecho del inolvidable pueblo aborigen. Esta obra era lo que más preocupaba y desvelaba al ilustre finado en las postrimerías de su vida. Para ella había sido el fruto de todos sus estudios, investigaciones y trabajos, y natural era que al ver aproximarse sus últimos años, sintiese el desasosiego espiritual del que no logra coronar su obra porque el destino se interpone en su camino para obligarle a abandonar los senderos de la vida. El señor Béthencourt pudo terminar su obra, pero él ansiaba saber más, estudiar más, recopilar más, para trasmitir a las nuevas generaciones lo que acaso otros ya no pudieron saber ni averiguar, porque ninguno tendrá de seguro la abnegación y la constancia que él tuvo para recorrer palmo a palmo la isla, para ir de aldea en aldea inquiriendo datos y recogiendo los últimos vestigios de la raza conquistada. Esa fue la labor del Sr. Béthencourt; una labor que sólo un espíritu netamente isleño, profundamente enamorado de su tierra, podía realizar sin desalientos, en medio de la frivolidad y la indiferencia del ambiente. Hombres de este temple ya no quedan, ó quedan muy pocos en el país. Con el Sr. Béthencourt perdemos un gran cerebro y una gran voluntad; perdemos también un isleño de la más pura cepa; de aquella cepa gloriosa, de imperecedera memoria, que dio a Tenerife historiadores y polígrafos que enaltecieron y dignificaron el nombre de nuestra tierra. Al asociarnos al duelo del país, nos unimos también al duelo de la distinguida familia del finado, a la que hacemos presente el testimonio de nuestro más íntimo y sincero pesar”.

Bibliografía:

Rodríguez Delgado, Octavio, 20-10-2015. “Don Juan Bethencourt Alfonso (1847-1913). Ilustre Médico, Profesor, Antropólogo y Periodista”. La Gaveta de Aguere. http://lagavetadeaguere.blogspot.com/2015/10/don-juan-bethencourt-alfonso-1847-1913.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario