Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

viernes, 18 de diciembre de 2020

MUJERES MALAS, MUJERES BUENAS…

Evaristo Fuentes Melián

Las películas comerciales pueden llegar a verdaderas controversias en los papeles, el rol, que cada actor o actriz interpreta en cada filme. Veamos solo como ejemplo, la sinopsis de dos películas y analicemos someramente la diferencia sustancial de sus argumentos.

En ‘American Beauty’ (Sam Mendes, EEUU, 1999), Lester Bumham (Kevin Spacey), es un cuarentón en crisis, cansado de su trabajo y de su mujer Carolyn (Annette Bening), pero despierta de su letargo cuando conoce a la atractiva amiga (Mena Su vari) de su hija (Tora Vich), a la que intentará impresionar a toda costa...

Ya el crítico se lanza a desgarrar inmisericorde la situación, cuando escribe:

“Algo huele a podrido en Norteamérica. Tragicomedia americana de finales de siglo, "American Beauty" es como una fábula. La fábula de la clase media estadounidense en la que de poco sirve alcanzar el ‘American Wall of Rife’. Un matrimonio, una hija, un trabajo y una casa con un sofá de seda…Pero todo está enmohecido por unas relaciones condenadas al fracaso y un día a día rutinario hasta la náusea. El vecino de la vivienda colindante no está mejor: es más, aseguraría que apesta. Aquí es donde un ácido y demoledor guión arrasa con unos personajes magistralmente dibujados, acertados en la breve exageración que cada uno tiene de su forma de ser, como prototipos de la sociedad en que vivimos: el inseguro, la ambiciosa, la acomplejada, el tímido, la guapa, el triunfador, el fascista...Por si fuera poco, Méndez y Bell (guionista) nos venden su inteligente ensayo de manera asombrosamente entretenida, siendo de agradecer que una película como ésta, que destila bilis por cada fotograma, no dicte doctrina, no exponga soluciones: sólo consecuencias”

Esta película consiguió en 1999 cinco Oscar, tres Globos de Oro, seis premios Bafta…etc., etc.

 Se baja el telón y se sube el telón de nuevo para otro filme excepcional, pero distinto completamente al anteriormente narrado. Se trata esta vez de ‘A propósito de Henry’ (Mikel Nichos, EEUU, 1991).

Sinopsis: “Henry Turner (Harrison Ford) es un brillante abogado que sobrevive de milagro a un disparo en la cabeza que recibe durante el robo de una tienda. Cuando recupera la conciencia no se acuerda de nada ni de nadie y tiene que volver a empezar desde cero, con la ayuda de su mujer (Annette Bening) y de su hija. Durante este largo período, para él será más duro descubrir los errores cometidos en el pasado que aprender a hablar y caminar de nuevo. Un sutil retrato de un viaje emocional, bien orquestado e impecablemente interpretado por su pareja protagonista. Así, Henry no decide convertirse en un hombre nuevo, simplemente lo es”.

Un añadido quizá jocoso y estrambótico: en ‘American Beauty’ el actor está tan cansado de las inexistentes relaciones íntimas con su malhadada esposa, que se masturba en la ducha cada mañana. Con eso queda dicho casi todo. Podríamos añadir –ya en plan de broma lasciva—que el protagonista sigue los consejos de Woody Allen, cuando afirma que el onanismo individual (¿redundancia?) es más agradablemente satisfactorio y suficiente que el sexo entre dos, pues el solitario Onán nos enseñó a llevar placenteramente el ritmo que más nos guste… 

A lo que íbamos: en ‘A propósito de Henry’ Annette Bening se comporta como una esposa exquisita, aunque en épocas pasadas ha tenido también sus deslices, pero ahora es esposa fiel y seguidora preocupada de la trágica situación de su marido, un actor fabuloso como es Harrison Ford, que va a lo largo del metraje recuperando sus constantes vitales y sus recuerdos borrados por el accidente. Un diez para Harrison Ford, y otro para Annette Bening que en el papel de mala esposa en ‘American Beauty’ también lo borda, al igual que en el de buena esposa en ‘A propósito de Henry’.

 Espectador

No hay comentarios:

Publicar un comentario