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martes, 10 de octubre de 2017

PENSANDO EN VOZ ALTA

Antonio-Pedro Tejera Reyes



EL CREPÚSCULO DE LOS IDEALES

“En este mundo, la verdadera riqueza de una persona,
se mide por el bien que ha hecho a su alrededor”
Mahoma.

Decía mi ex que yo vivía asustado, por que le conté un lejano día que soñé que me habían robado la cartera. No entré en más detalles, o no me dejó hacerlo...

Estas palabras, como casi siempre desde hace ya algunos años, me pusieron, en aquel entonces, a reflexionar sobre lo que había oído.

Los crudos pensamientos sobre mi entorno personal, me llevó a dos primorosos artículos de opinión leídos en esos días, uno en El UNIVERSAL, de Caracas, y el otro precisamente en ese tiempo en EL DIA, Santa Cruz de Tenerife.

¿De verdad que vivo asustado? No creo que esa sea la manera de catalogar el estado en que me encuentro después mis largos años de vida. Para mí la verdadera expresión de este estado sería: desengañado. Ahora, pasados unos largos años, tengo mil y un motivo para confirmarlo, entre ellos, precisamente, aportados por quien me decía que vivía asustado… ¡Pues claro! ¡Si vivía engañado!, de ahí el desengaño… Mas claro: el agua.

Y es que cuando una persona ha depositado todos los valores de su vida – que sé son muchos- en torno a un mundo ideal donde las personas conforman una sociedad seria y responsable, el comprobar día a día, el engaño, la traición, el robo... la infidelidad... en fin, las verdades que nos rodean, nos llevan a está situación terminal en la cual solo podemos pensar en las cosas lúgubres, oscuras, llenas de misterios y de torturas psicológicas que nos rodean por todas partes. Solo habría que echar una mirada alrededor o leer la prensa diaria, para comprender lo que se puede pensar, si seriamente queremos entender lo que sentimos.

Habiendo sufrido robos de todas las maneras, manipulaciones fraudulentas de todos los colores y sistemas, y las más íntimas expoliaciones, incluso de nuestro propio nombre, no creo sea posible pensar de otra manera. No, no vivimos asustados, ya no nos asusta nada. Sabemos lo que es llegar a un banco y comprobar que nos habían robado impunemente nuestra caja de seguridad, con las más sutiles artimañas y complicidades. Sabemos lo que es manipular los más íntimos episodios de nuestra vida para presentarlo en un vil anónimo y difundirlo donde creían los malvados, que nos podía hacer daño. Todo eso lo sabemos... y más... Cuando se han tenido estas vivencias, yo creo que ya no se puede decir que uno viva asustado. Posiblemente ya no haya muchas cosas en este mundo que le puedan asustar, ni extrañar... Todo se ha recorrido...

Enlazando estas meditaciones con estos enjundiosos artículos que no queremos nombrar, de EL DIA y EL UNIVERSAL, tenemos que confirmar que estamos mas que de acuerdo con aquellos que denuncian la crisis de los ideales, de la ética, la moral y todos esos hermosos signos de la convivencia ciudadana en los cuales ya no podemos creer, perseguidos por los recuerdos vivos de quienes se han aprovechado de nuestra “candidez” al entregarles todo nuestro patrimonio en su manos, creyendo, como creemos, que en el mundo deben de haber todavía personas honestas, honradas y serias, dispuestas a no engañarnos...  

Seguimos. No es entonces que vivamos asustados, es que estamos torturados todos los días por la presencia de todos estos hechos que relatamos, en síntesis, y que nos persiguen por todos lados. Sin intermitencia, sin consideración, como lozas de plomo que no nos dejan muchas veces “separar el grano de la paja”, ofreciéndonos a través de la ventana de la vida, solo esa parte negra que hemos tenido que sufrir, por creer en esa otra Humanidad que cada vez se nos aparece como una nebulosa inalcanzable para los que trabajamos y vivimos apegados los mas puros principios de la ética y la moral... la razón, la justicia, la honestidad, el trabajo...

Lizeth, Mary, Vanesa… pidiéndonos asesoramiento para sus trabajos en las lejanas tierras mexi-canas, son una esperanza... al igual que Cuauhtemoc con su especial dedicatoria…

El tiempo se nos acaba, quizás todavía haya algo que nos quite la razón... 

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