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sábado, 30 de marzo de 2019

UNA CIUDAD QUE TIENE ALCALDE


Lorenzo de Ara

“Todo lo que se ha hecho en el Puerto de la Cruz lleva nombre y apellido: Cabildo Insular de Tenerife”.

Uf, dicho así, cuesta creer que las puertas del ayuntamiento continúen abiertas. Y más aún que los gobernantes, con Lope Afonso al frente, se despierten todas las mañanas con el recuerdo de que tienen la obligación de dirigir (?) la ciudad.

La política, desde siempre, ha hecho posible que extraños compañeros de cama disfruten en el lecho sin necesidad de apagar la luz. Ni la sábana más sedosa hace falta.

La política posee un encanto que convierte en bella a la bestia.

Pero de un tiempo a esta parte, hay políticos que vociferan (no como fieras), pero sí como charlatanes de feria.

La política local (ayuntamiento, Cabildo) es un verdadero lodazal. La mediocridad por metro cuadrado es insuperable.

Si con certeza se sabe que en la Luna no hay vida, en la política local es cada vez más apabullante la vida carente de inteligencia.

Puerto de la Cruz (resulta hasta grotesco tener que recordarlo) ha tenido un gobierno que por primera vez en mucho tiempo ha dado estabilidad política a la ciudad. Dicha estabilidad ha sido la pieza fundamental para que inversión privada y pública recuperaran la confianza en un fisco de tierra enclavada en el Valle de La Orotava.


Puerto de la Cruz no está recibiendo del Cabildo favores, ni siquiera está poniendo las manos para que el gobierno insular acalle el llanto de una viuda desamparada. No hay en la inversión del Cabildo nada que no se ajuste por entero a lo que en justicia le corresponde a una ciudad sin la cual el norte de la Tenerife se hundiría en la miseria.

No es Carlos Alonso un rey mago. Al contrario. En calidad de presidente del Cabildo tiene la obligación, no la gracia, de atender las demandas históricas del municipio.

Y sería descabellado enterrar el papel que el Cabildo ha protagonizado en estos cuatro años de mandato que ya terminan. Ha resultado ser una colaboración fructífera, o casi fructífera al cien por cien.

Cierto es que durante muchos años los políticos locales han demostrado ser una losa en el camino que conduce al progreso. Ha sido el ayuntamiento, con PSoe, CC y PP, el causante de muchos de los males del Puerto de la Cruz.

Y no hay que olvidar que los políticos que nos han representado son vecinos, parientes, amigos. O sea, hombres y mujeres de nuestras calles, de nuestras plazas, de nuestras playas, de nuestros colegios e institutos.

El gobierno actual, con Lope Afonso al frente, tiene el mérito de haber conseguido lo que en un principio parecía presentarse como una tarea hercúlea y, a ratos, imposible de culminar con éxito. Esa estabilidad política, que torpemente no saben hacer llegar a la opinión pública como hacedora de mucho bien, ha sido y sigue siendo la mayor aportación en estos cuatro años de gestión con luces y sombras, aunque he de admitir que a mi juicio, prevalecen las luces, sobre todo si ponemos a la alcaldía como epicentro del cambio que se está experimentando.

Lo que se ha hecho y se hace en la ciudad tiene nombre y apellido: Puerto de la Cruz.

Los protagonismos en Cinemascope, además de falsarios, ya comienzan a aburrir.

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