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domingo, 10 de marzo de 2019

EMILIA CASANOVA

Juan Calero Rodríguez

La mujer cubana a través de todos los tiempos se ha convertido en uno de los baluartes de la lucha por la democracia en Cuba. Existen miles de mujeres anónimas que salen cada día a las calles, sorteando la muerte, en busca de la libertad de su pueblo.

Permítanme ilustrar mi colaboración de hoy Día Internacional de la Mujer, hablándoles de una patriota cubana, heroína olvidada y casi desconocida, ella fue Emilia Casanova.

Dentro de los limitados cauces en lo que estaba la mujer en el siglo XIX, Emilia fue una de las mujeres que posiblemente más influyó en las altas esferas del mundo de los derechos civiles y de la libertad del pueblo cubano y sin embargo siempre prefirió un segundo plano dejando la notoriedad a otros líderes de la época. 

Esta mujer hija de emigrantes canarios, nacida en 1832, heredera de una familia muy rica recibiendo en su propia casa una esmerada educación y cultura, prefirió renunciar a su status y rifando sus joyas para donar dinero a la causa de la independencia.

Activa y comprometida desde muy joven inició su militancia política con la independencia de Cuba, estuvo presente y cooperó en la confección de la primera y definitiva Bandera Nacional.

Referente indiscutible de la nacionalidad cubana del siglo XIX, tanto dentro de país como en el destierro, fundó una sociedad femenina de carácter político social la Liga de las Hijas de Cuba en 1869, con el objeto de crear fondos para socorrer a los heridos y enfermos del ejército libertador cubano y utilizó cuantos medios estuvieron a su alcance para conseguir la adhesión a ella de las más prominentes personalidades hispanoamericanas y europeas, como Garibaldi y Víctor Hugo.

Acusó  al gobierno de Estados Unidos de ayudar a España a mantenerla esclavizada su patria y se destacó en su intensa participación en la vida social y política del exilio cubano en los Estados Unidos.

Ejerció el periodismo entre los años de 1869 a 1876, en favor de la independencia de Cuba; ante las miradas recelosas de quienes no admitían la presencia de una mujer en semejantes tareas. Sus trabajos se publicaron en diarios de corte independentista.

El pasado 4 de marzo hizo 122 años de su muerte, siendo inhumados sus restos en el cementerio Saint Raymond de Nueva York. Como quería ser enterrada en Cuba junto a su esposo, su hijo Narciso cumplió su voluntad y sus restos descansan en el Cementerio Colón de La Habana desde 1944.

Habría que hablar del centenario de la llegada de Federico García Lorca a Madrid con 21 años y el Día Mundial del Teatro el 21 de marzo. Pero como no es prudente hablar de teatro, ni de Lorca o tantas efemérides en este mes en lugar de hablar de la mujer, permítanme refrescar la figura de un hombre. Este hombre es el Julio Tovar.

Julio Tovar, nació en Güines, provincia La Habana, Cuba. Contando 15 años, sus padres, emigrantes canarios, lo enviaron a nuestro archipiélago a estudiar y de esa forma se convirtió en un importantísimo poeta, promotor cultural, dramaturgo, crítico cultural y periodista en la cultura canaria y en específico de Santa Cruz de Tenerife de los finales de la década del cincuenta hasta que muere muy joven en 1965 por una afección cardíaca.

Posterior a su muerte nombraron a una corta calle en el barrio Salamanca de Santa Cruz de Tenerife que no me extraña que si le preguntamos a sus vecinos quién fue Julio Tovar, solo los mayores digan “fue un poeta”.

También desde su muerte se instauró el más importante y bien remunerado  Premio de Poesía Julio Tovar, creado por iniciativa de Pedro González, Enrique Lite y Antonio Vizcaya, integrantes del colectivo Nuestro Arte, en 1965, del cual el poeta fue uno de los cabezas del movimiento. Este concurso ha tenido sus altibajos con largas temporadas sin convocarse, por ejemplo, quedó suspendido en 1974 hasta que el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife lo retomó en una segunda etapa en 1991 hasta su suspensión en 2010 y posterior tercera etapa que supuestamente se inicia en 2017 en que los concursantes enviaron sus trabajos en el tiempo establecido, pero el jurado no fue nombrado por la concejalía de Cultura hasta fines de diciembre, ya en tiempo navideño y como terminaba el ejercicio, nunca llegó a deliberar. Cosas de políticos de cómo se cargan la cultura. Esperemos que la convocatoria en el 2018 con su entrega de premio en 2019 ganada por el poeta Coriolano González Montañez, nacido precisamente el mismo año que muere Julio Tovar tenga al fin un largo recorrido.

Otros ganadores de este concurso han sido el poeta maldito de la literatura española, el palmero Félix Francisco Casanova contando tan solo dieciséis años; un jovencísimo Luis León Barreto a los veinte años con su único libro de poesía, todos sabemos que es un destacado narrador y periodista y que su novela Las espiritistas de Telde es la mejor novela canaria. Otros ganadores han sido los cubanos Ramón Fernández Larrea durante su corta estancia en Canarias y José Kozer, importante figura de la poesía mundial con casi 80 títulos de su obra. Hace tres años, cuando publiqué la antología Poetas cubanos en Canarias ya tenía 75 poemarios, dos de ellos en Canarias. Ambos viven en Estados Unidos.

Permítanme ilustrar esta colaboración con un poema de su extraordinario libro Un hombre solo:

Lo que importa no es la muerte;
lo que importa es ir muriendo cada tarde,
alargada la vida por los sueños,
vencida por las horas de café,
por esos hombres tristes que gritan en la noche
su rencor y su miedo;
por una fiebre lenta que deja por las manos,
por la sangre y el alma
un sudor pegajoso.

Lo que importa no es la muerte;
lo que importa es el miedo, el frío de las luces,
el no sentir ya nunca el perfume del aire,
el quedar para siempre ya olvidado de todos,
sin saber si existimos,
sin no saber ya nada;
sin que grite la piel su condición de hombre,
sin un ansia rebelde.
Lo que importa es ir muriendo poco a poco;
ir muriendo de pie,
sin nadie que acompañe nuestras horas perdidas,
sin nadie que recuerda,
sin nadie que repita nuestro nombre.

Julio Tovar no aparece en ninguna antología de la literatura española, quizás porque nunca se presentó ante el gremio peninsular, o porque en la misma España peninsular aún hoy en día solo se estudie a Pérez Galdós como escritor canario. En definitiva nos toca a nosotros recordarlo para que no muera, como dice su verso Lo que importa es ir muriendo poco a poco.
   
Conmocionado ante su muerte, el gran poeta Pedro García Cabrera le dedica su poema:

EPITAFIO A JULIO TOVAR

El silencio no es tumba.
 Es una mano que recuerda
 a un hombre solo,
 cruzando una calle tranquila,
 a esa hora en que todo
 va caminándose por dentro.
 El hombre solo no es el hombre a solas;
 conciencia de la angustia es soledad poblada
 si se escucha pisar la hierba,
 y en ella sabe sus palabras,
 los rasgos de su rostro,
 de un rostro que adivina
 nuestro espectro de pájaros heridos.

Ahora, si.

Desnacido en la nieve de andar solo, ya no eres tú, ya somos nosotros

Y para terminar, un poema de otro grande de las letras canarias, Rafael Arozarena dedicado a su figura:

No te gana la tristeza de la tarde
cuando las cosas se recuerdan
Julio Tovar    
Hombro con hombro
te nombro y me asombro.
Sombra de otoño, tan dueña del sueño.
Tiempo que llevas las manos tan llenas
con un hombre solo.

Hombro con hombro
te nombro y me asombro.
Pájaro tiempo con ganas de buitre
pájaro listo, voraz picahojas
¿vuelves adónde con un árbol solo?
Pájaro tonto.
Pajaro listo, te llevas la única
sombra de bobos, de niños y globos
de pálidas, rotas, tristes mujeres.
Sombra que daba,
sombra que unía los pies a la calle,
las manos amigas,
el canto a los niños, llanto a los ojos.

Hombro con hombro
te nombro y me asombra,
sombra la luz que en tu sitio se vierte.
¡Pájaro tiempo, destruye la sombra!
es vida lo que nace de su muerte.

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