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viernes, 15 de marzo de 2019

HERÁLDICA SOBRE LA HISTORIA DE: La orden Carmelita


José Peraza Hernández

Por experiencia he visto, dejando lo que en muchas partes he leído, el gran bien que es para un alma no salir de la obediencia. Habiendo dado su Majestad, por su bondad, dado luz de conocer el gran tesoro que está enterrado en esta preciosa Virtud, he procurado, aunque flaca e imperfectamente tenerla.

Según el Padre Rafael María López Melus, carmelita, en su libro "El escudo del Carmelo", en el año 1.899, el anónimo "Un amigo del Carmelo" escribía un artículo sobre las Armas del Carmelo con aire de estudio crítico. "Es bastante difícil precisar exactamente el origen del blasón de los carmelitas y señalar en que época ha sido adoptado por la Orden, pero todo conduce a creer que esto fue en el inicio del siglo XII, cuando la primera Cruzada llevó a Tierra Santa--cuna de la Orden--a estas multitudes europeas que se distinguían entre ellas al menos por ciertos signos, por ciertos colores propios de cada familia". En efecto, esta es la época de aquel gran movimiento causado por las Cruzadas, que vienen con numerosos latinos, entre ellos los religiosos del Monte Carmelo. Américo, patriarca de Antioquía, determinó modificar la manera de vivir de estos piadosos ermitaños y los acerca en lo más posible a las costumbres en uso entre los religiosos occidentales y les da como primer general latino a San Bertoldo.

Pero, ¿Qué significado tiene un escudo en una orden religiosa?. A esto respondio el Padre Zazza: "La historia de la heráldica nos enseña que el símbolo o el escudo era antes usado por los guerreros, que era estampado o realzado sobre la coraza ya que prácticamente era de la misma forma entre muchos pueblos diversos. En una fecha posterior fue cuando los eclesiásticos y demás comenzaron a usar estos signos, los eclesiásticos, generalmente usaban un escudo en forma ovular mientras los demás lo usaban en forma romboide".

La historia del Carmelo tiene muchos puntos oscuros. Todo parece remontarse a una gran antigüedad, pero la dificultad radica en que no existe constancia escrita de los hechos. El primer escudo Carmelita que se encuentra es del frontispicio de la vida de San Alberto de Sicilia escrita en 1.499 por fray Juan María de Novalaria y en las Constituciones impresas en Venecia en ese mismo año. Después se reproducen en los breviarios y misales carmelitanos impresos en 1.500, 1.504 y 1.509. Anteriores a esta época se pueden buscar escudos carmelitanos en libros litúrgicos u otras pinturas. En ellas se puede apreciar cómo los carmelitas de los siglos XIV y XV trataban de expresar en los muros de iglesias y claustros igual que en los pergaminos de los libros la doble idea que dio origen al Carmelo: María y Elías. Ellos son los fundadores de la Orden y de una u otra forma trataban de dejarlo plasmado en sus dibujos y pinturas al igual que en sus escritos.


Pero hablar de la orden Carmelitana sin referirse a Santa Teresa de Jesús es algo verdaderamente imposible, tal es la fuerza y la influencia, de la Santa en la Orden. Su nombre era Teresa de Ahumada, nació en 1.515 (23 de Marzo) es sobradamente conocido, para que incidamos en ese punto. Queden estos datos para la historia, y no para el motivo que estamos tratando. Lo que interesa conocer son sus relaciones con el Carmelo: el 2 de noviembre de 1.535, a los veinte años, Teresa de Ahumada entra, como religiosa en el convento carmelitano de la Encarnación, y un año más tarde toma definitivamente el hábito del Carmen.

Lo que aquí nos interesa es su decisiva influencia en la Orden Carmelitana, y es necesario efectuar una aclaración: la reforma de la vida carmelitana no se basó en poner orden en una vida escandalosa. Fue un ansia de perfeccionar, transformar y sobrenaturalizar una vida regular. Pero esta reforma no se hizo en forma pacífica ni suave, porque tuvo que enfrentarse al aferramiento que tenían bastantes carmelitas que no entendían bien que era lo que se debía transformar.

A partir de 1.560, es cuando Teresa de Ahumada, emprende la lucha que la llevaría a librar innumerables batallas. Baste con decir que un confesor le negó la absolución a menos que se comprometiera a renunciar solemnemente a su pensamiento sobre la reforma. El primer paso que, impulsado por Santa Teresa se dio en la reforma fue motivo de gravísimo escándalo en Ávila. La creación del convento de San José de Ávila puso nerviosos a los potentados que sospechaban que con el nacimiento de un convento pobre, este apelaría a su generosidad, aliviando sus bolsillos. Protestaban las monjas de la Encarnación y tomaba partido el Concejo de Ávila, junto con las amenazas del Corregidor. La batalla la ganó Santa Teresa que en el año 1.563 consolida a las Descalzas. Ella misma, ya priora del convento de San José, se quita definitivamente los zapatos. Quedaba la prueba suprema: La llegada a Ávila para visitar los conventos de los frailes descalzos y el de las monjas, el general de los Carmelitas, Juan Bautista de Rossi, al que se le denomina en castellano Rubeo. La entrevista con Santa Teresa acaba en un nuevo  éxito para la Santa que convence a su Superior de la conveniencia de la Reforma. El general de la orden autoriza la fundación de nuevos conventos de las Descalzas. Comienzan los infatigables viajes de Santa Teresa. 

Tiene autorización para llevar a cabo nuevas fundaciones en ambas Castillas, pero no en Andalucía. En Beas del Segura, Santa Teresa se encuentra con Jerónimo Gracián, visitador apostólico del Carmen en Andalucía. Beas era Castilla en lo civil, pero en lo religioso, Andalucía. Teresa, sin darse cuenta traspasa la frontera de sus posibilidades, al fundar la descalced en Sevilla. Los calzados encarcelan a San Juan de la Cruz, el fiel amigo de la Santa de Ávila y Gracián es encerrado en el convento de Alcalá de Henares. Pero en 1.580 finaliza la llamada guerra del Carmen, con el triunfo de las descalzas. La madre Teresa está enferma. El 7 de mayo, con ocasión de su estancia en Burgos, se despide de Jerónimo Gracián. Cuando llega a Alba de Tormes está extenuada por la enfermedad, y a las nueve de la noche del día 4 de octubre de 1.582, muere.

Era natural que al referirnos a la Orden del Carmen no pudiéramos pasar por alto la gigantesca figura de Santa Teresa. Solo nos queda consignar unos últimos datos sobre la citada Orden: Fue fundada por Simón Stock en el siglo XIII, antes de la reforma impulsada por Santa Teresa todos los miembros de la orden iban calzados. A partir de dicha reforma, hoy existen calzados y descalzos, posición está última que fue la defendida por la Santa de Ávila. Para terminar, señalar que el hábito y el escapulario son de color negro o pardo, y la capa o manto, blanco.

En lo que se refiere al Monte Carmelo, del cual tomaron el nombre los carmelitas su carácter de lugar sagrado viene de antiguo, ya que los sirios lo veneraron como a una divinidad. Se trataba de un culto donde no había estatuas, ni templo, tan solo un altar donde se ofrecían los sacrificios. En el siglo IX antes de J.C. los sacerdotes sirios sacrificaban allí en honor de su dios Baal. Elías, durante el reinado de Acab, proclamó en este monte que Yaveh y no Baal, era el dios verdadero. En la actualidad, los árabes lo conocen con el nombre de Ybeb Mar Elyas (Monte de San Elías).

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