Ahora, en el año 2013, cabe
preguntarse si aquel Ayuntamiento de 1973 en tiempos de Franco, era quizá más
democrático que algunas posteriores corporaciones municipales ya en tiempos de
democracia, con sus arreglos y desarreglos, donde la sangre de milagro no ha
llegado al rio o al barranco o a la mar brava o, últimamente, al Charco de San
Telmo… Cabe preguntarse tantas cosas que mejor será no preguntarse más nada.
Deberíamos entre todos procurar enderezar la nave de la convivencia pacífica,
poniendo el énfasis en realizar obras de gran presupuesto—como lo fue El Lago
de Martiánez o la Playa Jardín, del inolvidable César-- y no perderse en
enconos y peleítas sobre obritas de poca monta.
Espectador
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